El grupo político del ex candidato a gobernador, Eduardo Rivera acaba de recibir un duro revés en sus aspiraciones para perpetuar su dominio en la dirigencia estatal del Partido Acción, como sus seguidores han sugerido, apenas cerrado el expediente de la elección del 2 de junio.
La Comisión Organizadora de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, de la que forma parte Ana Teresa Aranda, determinó abrir el proceso de renovación de la presidencia que en la actualidad recae en Marko Cortés, el ineficaz dirigente que se transformó en un chiste cuando el mismo reveló la existencia de un acuerdo firmado con el gobernador de Coahuila para transar con cargos, notarías, magistraturas y otras prebendas a cambio del apoyo al priista Manolo Jiménez, ganador de la contienda política.
Marko Cortés, Eduardo Rivera, el ex edil de la capital que depuso del cargo para ser candidato a gobernador y la actual dirigente estatal, Augusta Díaz de Rivera fueron quienes con mayor determinación defendieron la alianza con el PRI y el PRD que resultó en un desastre electoral en la jornada del primer domingo de junio.
No obstante, los dos fracasos consecutivos del dirigente nacional -Coahuila y la más reciente elección, en junio pasado-, Cortés pretendió imponer a su sucesor para la renovación prevista para noviembre próximo. Las dirigencias estatales que vivirán también una jornada de renovación podría ocurrir en diciembre, prevén quienes conocen de la vida interna partidista.
En el círculo que rodea a Rivera Pérez en Puebla se asumió que podrían maniobrar el Consejo Estatal merced del mayor número de integrantes que obedecen a la línea política dominante para inclinar el proceso de sucesión en favor de su causa, razón por la cual distintos liderazgos reaccionaron en diversos tonos.
No obstante, los matices y la dimensión política de cada uno de quienes se han expresado respecto de la renovación de la dirigencia estatal del único partido de oposición a Morena, el consenso ha sido que quienes jugaron en el proceso y fueron vencidos por el partido en el poder, deberán abstenerse de jugar en la interna por la dirección estatal panista.
Otro matiz del debate panista consistió en que la competencia por la dirigencia debiera ser abierta, con centros de votación, campañas entre los aspirantes y debates. Vigorizar la vida de un partido que fue ejemplo de moralidad pública ha sido la consigna entre quienes se encuentran el diputado federal y consejero vitalicio, Humberto Aguilar Coronado; la diputada, Mónica Rodríguez Della Vecchia; la ex dirigente estatal, Genoveva Huerta; y el edil de San Andrés Cholula, Edmundo Tlatehui, el cuadro panista que consiguió ganar el proceso electoral de junio pasado.
La Comisión Organizadora de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional del PAN puso el dedo en la llaga. Se determinó que el proceso para la renovación de ese partido se realizará mediante el voto directo de su militancia, no por una junta de notables reunidos de espaldas a quienes simpatizan con esa franquicia.
En los próximos meses se seguirá trabajando para llevar a cabo un proceso que implique campañas de propuestas, un debate entre los aspirantes, instalación de centros de votación, según establece los estatutos que rigen la vida interna en el PAN.
El líder político que domina al PAN en Puebla, Eduardo Rivera tiene ya un problema por partida doble: primero abrir el proceso de renovación a la militancia en Puebla difícil de manipular y, justificar su inscripción en el proceso mismo luego de haber sido exhibido en una reunión con Alejandro Armenta, gobernador electo y que despertó la sospecha del panismo puro porque advirtieron el riesgo de intromisión del grupo adversario en los intestinos del panismo.
@FerMaldonadoMX