La batalla por el voto ciudadano prácticamente se ha definido. No se ve en el horizonte que de este día al 2 de junio las tendencias que marcan los estudios de opinión más serios vayan a ser modificados. Al menos no se advierte en estos días alguna variable que vaya a modificar el estado de cosas ni en la competencia por la Presidencia de la República y tampoco en Puebla, aunque las lecciones de la vida nos han enseñado que, del plato a la boca, más de una vez, se cae la sopa. Pero por lo pronto, hasta este momento el futuro está resuelto.
En la competencia por la gubernatura aventaja con una notable diferencia el candidato Alejandro Armenta, por la coalición Sigamos Haciendo Historia. No debería ser una sorpresa porque quienes lo conocen, saben que se trata de un político que aplica sistema, método y evaluación.
No existe mucha improvisación en su esquema de trabajo y suele ser el propio jefe de campaña que descansa responsabilidades en cada uno de sus lugartenientes, algunos de los cuales lo han acompañado desde hace décadas y aunque la confianza es mutua, no deja de supervisar cada detalle en el camino andado.
El candidato de la coalición Fuerza y Corazón por México, Eduardo Rivera Pérez, resultó mejor candidato que su correligionaria y abanderada por la presidencia de la República, Xóchitl Gálvez Ruiz, la hidalguense que terminó por extraviarse en un cúmulo de contradicciones, medias verdades y una conducta fatua frente a la sociedad.
Lalo Rivera cargó con ese lastre desde que la hidalguense comenzó a tener el rechazo de una mayoría por los despropósitos de los detractores de la cuarta transformación que han visto de soslayo o de arriba abajo a esa mayoría empobrecida, pero mayoría al fin.
En las peores condiciones, el panista que gobernó la ciudad hasta diciembre pasado aplicó método y precisión en la estrategia de tierra que lo llevó a tener un notable crecimiento en la preferencia electoral, particularmente entre los indecisos que mostraban las diversas encuestas.
El desempeño en el debate celebrado en el Complejo Cultural Universitario el 12 de mayo dotó de nuevo aliento a su equipo y seguidores en la zona metropolitana que permitió afianzar el voto que, de suyo, ha mantenido como activo del Partido Acción Nacional.
De entre los obstáculos que debió enfrentar el candidato de la coalición PAN-PRI-PRD-PSI fue el reclutamiento de personajes que en la esfera pública han sido reprobados por su discutible conducta en el escenario, como es el caso de la hija de un probable criminal por la presidencia municipal de Quecholac, Guadalupe Martínez; o de Inés Saturnino López Ponce por Tecamachalco.
Algo habrá que celebrar del probable resultado de la contienda por la gubernatura: la diferencia entre el primero y segundo lugar aleja toda probabilidad de judicializar el proceso electoral poblano. No habrá margen para que el menos favorecido vaya a pelear en la mesa lo que no pudo obtener en las urnas.
El votante promedio ya de por si ha padecido el conflicto post electoral de la elección ordinaria de 2018 en donde dos bloques dispuestos a pelear el poder estatal hasta las últimas consecuencias. Ese es otro escenario remoto y, por tanto, plausible.
@FerMaldonadoMX
clh