Van para tres meses las obras del Centro Histórico y el INAH solo ha supervisado dos días
Lo más cuestionable de las obras del Centro Histórico de Puebla es la ausencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la protección de la zona monumental de la ciudad. Los trabajos de renovación de la red hidráulica, de la carpeta de adoquines, las banquetas y guarniciones de 5 extensas calles de esa área, contabilizan hasta ahora 76 días de labores, de los cuales la intervención del INAH se ha reducido a un par de días, solo para aparentar su presencia.
Pasantes de las carreras de Arqueología y de Antropología han estado en la zona intervenida, que es un área fundamental del área declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, quienes han logrado recuperar fragmentos de cerámica y de talavera de los siglos XVII y XVIII. Todo ellos sin que estuviera presente el personal del Centro INAH de Puebla.
En este espacio periodístico se narró –el pasado 29 de mayo— que en ese entonces las obras del Centro Histórico llevaban 21 días y no estaba presente el INAH supervisando que no se destruyera el patrimonio histórico de Puebla. Se detalló que todo obedecía a un presunto acto de corrupción de algunos directivos del instituto.
Luego de que se denunció esa situación, hubo dos reacciones: por fin el Instituto Nacional de Antropología e Historia mando a sus interventores, que solamente estuvieron dos días en las obras, para después retirarse y no regresar. Únicamente llegaron para aparentar interés en el tema.
Mientras que el director del Centro INAH en Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, mandó una airada y extensa carta a este tecleador exigiendo que se dejara de hablar mal del instituto, sin aportar ninguna información relevante. Queda claro que algo obscuro pasa en esa dependencia del gobierno federal.
Fue hasta el jueves de la semana pasada, cuando los trabajos del Centro Histórico llevan ya 72 días, que por fin se suscribió la firma de un acuerdo entre la Secretaría de Cultura federal, representada por el Centro INAH, y el ayuntamiento de la Ciudad de Puebla, en un acto al que no se convocó a la prensa y fuera de un par de escuetos comunicados sobre el tema, no hubo mayor información sobre este asunto.
De lo poco que informó el INAH dice lo siguiente: “El acuerdo tiene como objetivo sumar esfuerzos, recursos humanos y financieros, para emprender acciones enmarcadas en los términos de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, para las labores de salvamento emanadas de las obras de conservación del patrimonio, en la intervención del Centro Histórico y de renovación de la infraestructura urbana” (sic).
El resto de la información no se puede consultar porque no abre la página del INAH, aparece una leyenda que dice que el sitio “no es seguro”.
Como se puede leer en la breve información del Centro INAH de Puebla, tal como dicen los adolescentes, “es puro rollo”. No hay nada sustancial.
No se dice nada, por ejemplo, de ¿Por qué el INAH llegó dos meses y 16 días tarde a las obras del Centro Histórico?
Tampoco se mencionó ¿cómo se va a solventar la ausencia del INAH en la etapa más importante de los trabajos en cuestión, que es cuando se hicieron las excavaciones en la zona?
Y algo que es fundamental: ¿Cuánto se va a gastar el instituto en la supervisión y cuántos arqueólogos van a intervenir?
En esta columna se narró, hace dos meses, que previo a que se emprendiera el proyecto de remodelación de las calles 10, 12, 14, 16 y 18 Oriente-Poniente, entre las avenidas 11 Norte y bulevar 5 de Mayo, el ayuntamiento en tiempo y forma solicitó la presencia del INAH a los largo del plazo de duración de la renovación de la infraestructura urbana, que concluye en los primeros días de septiembre.
Una fuente confiable narró que –en abril pasado– en el ayuntamiento pusieron “el grito en el cielo” cuando alguien del INAH les habría presentado un proyecto de supervisión que costaba entre 3.5 y 4 millones de pesos. Algo que les pareció a los encargados del proyecto excesivo y sin ningún sustento.
Se argumentaba, en esa supuesta propuesta del INAH, que se tenían que pagar salarios, viáticos y material a los arqueólogos que realizaran las labores de vigilancia. Se tenía que alquilar vehículos y un inmueble en el Centro Histórico para cumplir con la presencia del instituto.
Dicho asunto tenía la pinta de que alguien quería hacer un jugoso negocio con la renovación de las calles antes mencionadas, en las que interviene la empresa Concesiones Integrales cambiando la red hidráulica y de drenaje, mientras que el ayuntamiento reconstruye la cubierta de adoquines, las banquetas y guarniciones.
Esa labor a lo mucho implicaba la intervención de 5 antropólogos, que se supone están contratados por el INAH, y resultaba sorprendente que supuestamente se quisiera vehículos y un inmueble, cuando él área del Centro Histórico que esta en compostura se ubica a 15 minutos de las oficinas centrales del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
A nadie debe sorprender lo que pasa con el Centro INAH de Puebla. Casi siempre la corrupción e ineficiencia han sido su sello.
clh
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