La candidatura de Puebla está rompiendo la alianza entre el PRI y el PAN
La definición de la candidatura a la alcaldía de la ciudad de Puebla corre el riesgo de convertirse en un punto de inflexión y acabar frustrando el proyecto de alianza electoral entre el PRI y el PAN rumbo a la sucesión de 2024, por dos posiciones encontradas: por un lado el blanquiazul le rehúye al desprestigio del tricolor y por el otro, el Partido Revolucionario Institucional no quiere ser solo una fuerza política al servicio de la derecha, sino ganar posiciones importantes que le permitan sobrevivir.
El tema de controversia surgió a finales del año 2020 cuando se empezó a negociar la coalición opositora que, por primera vez en Puebla, permitió competir juntos al PRI y el PAN, luego de una fuerte rivalidad que hubo entre ambas fuerzas políticas entre los años 80 y hasta la primera década del presente siglo.
En aquella ocasión se planteó la coalición como un proyecto de largo plazo, que no se agotaba en la contienda de 2021.
Se acordó desde ese entonces, que si Eduardo Rivera Pérez ganaba la alcaldía de la capital –en lo que fue su tercer intento–, entonces la alianza del PRI, el PAN y el PRD seguirían caminando para que el político panista pudiera conseguir la candidatura a la gubernatura en 2024.
Y del grupo de Eduardo Rivera se le planteó al PRI que rumbo a la sucesión de 2024 la candidatura a la alcaldía de la ciudad de Puebla sería para un abanderado de militancia priista, como una manera de generar un equilibrio entre el tricolor y el blanquiazul.
El resultado electoral de 2021 fue exitoso y al mismo catastrófico, aunque parezca un contrasentido que se dieran ambas expresiones.
Por un lado, la oposición logró derrotar de manera vergonzosa a la 4T en casi toda la zona metropolitana de Puebla, lo que significó demostrar que si funcionaba la cohesión de fuerzas tan disímbolas como son el PRI, el PAN y el PRD.
Sin embargo, la otra cara de la moneda es que en varios estados del país y en algunos municipios de Puebla, también se registraron episodios en que al PAN le pudo ir mejor, como era ganar algunas plazas en que la votación estuvo cerrada, pero los negativos que carga el PRI fueron un factor para alejar al electorado del frente opositor a Morena.
Para ese entonces ya empezaba el affaire de Alejandro Moreno Cárdenas, el presidente nacional del PRI, que mediante los audio-escándalos que difundió la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román, se exhibió al líder tricolor mintiendo, amenazando y actuando con frivolidad. Ese alborotó contribuyó a acrecentar los negativos del tricolor como el partido de la corrupción y de prácticas gansteriles.
A la par, a medidos del año pasado surgió una corriente interna del panismo nacional, que se contagió en Puebla, que planteó la necesidad de pelearle al PRI y al PRD las candidaturas más importantes a favor del albiazul rumbo a los comicios de este año y de 2024.
De tal forma que, a mediados del año pasado, desde el PAN se empezó a plantear al PRI que la mejor opción para la capital poblana, en la sucesión de 2024, era postular a un candidato a alcalde de la ciudad de Puebla que sea “ciudadano”, es decir alguien ajeno a las fuerzas políticas tradicionales. Ya que el clamor de importantes núcleos del electorado es que haya una opción diferente a los políticos del pasado y que sea contraria a la 4T.
Bajo ese planteamiento, desde ese entonces, el grupo político del edil Eduardo Rivera Pérez propuso como una figura “ciudadana” que puede ser un buen candidato al regidor Carlos Montiel Solana, quien ya fue presidente de Coparmex y del Consejo Coordinador Empresarial, además de que no tiene militancia partidista.
Quien, por cierto, ayer en una entrevista con La Jornada de Oriente ha admitido que si está interesado en buscar la postulación a edil de la Angelópolis.
Esa propuesta no gustó al PRI y generó un clima de desconfianza. No le agradó porque Carlos Montiel no es una figura popular ni carismática.
Y todo hace suponer que Montiel es una miembro del Yunque, la organización radical que controla al PAN. Por ende, se dijo en los corrillos del tricolor, se quiere colocar una figura de la extrema derecha en el ayuntamiento de Puebla, bajo la falsa idea de que es un personaje de la sociedad civil.
Más allá de los anteriores argumentos, el PRI empezó a reclamar –con sobrada razón— que se cumplieran los acuerdos discutidos en la etapa previa a la contienda electoral de 2021, de que el PAN cedería al tricolor la candidatura de la ciudad de Puebla.
Para el PRI pierde todo interés y valor formar una coalición opositora si no le permite ganar plazas importantes.
Mientras que el PAN quiere el PRI de aliado, pero no otorgarle los espacios electorales más relevantes.
El problema de fondo para ambas fuerzas políticas es que el PRI y el PAN separados no ganan la elección de 2024. Se necesitan, aunque prive la desconfianza y una mala relación.