Los 20 años en que Barbosa pasó de ser un tímido dirigente a un líder político
Luis Miguel Barbosa Huerta en dos décadas logró convertirse de un tímido dirigente partidista a uno de los más importantes líderes políticos del país. Era un hombre obstinado, que le gustaba confrontar, pero al mismo tiempo tenía un fino humor y en ocasiones podía ser un hombre explosivo. Dos de sus méritos más destacados es que aprendió y dominó los mecanismos de poder dentro del PRD, situación que lo catapultó a cargos a nivel nacional. Y que la enfermedad –una agresiva diabetes– y la pérdida de una pierna no lo frenaron en su camino a convertirse en gobernador de Puebla, una de sus metas más preciadas.
Lo conocí hace 20 años, en una fría y lluviosa tarde de domingo en que hubo elección de dirigentes del PRD. En un inmueble de la avenida Maximino Ávila Camacho –llamado la Casa del Pueblo—en donde tenía su sede la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN), que en ese entonces dirigían Jorge Méndez Spínola y Arturo Loyola. Esa expresión había ganado de nueva cuenta la dirección del partido, con la peculiaridad de que el candidato a presidente era un cuadro nuevo, que era ajeno a las corrientes perredistas.
Sentados en unas sillas de plástico y frente a una mesa de madera, una de las dirigentes de IDN, Rosa María Avilés, me dio a conocer el resultado favorable que ese grupo había obtenido en la votación del PRD y entonces me preguntó: ¿Por cierto, ya conoces a nuestro candidato a presidente?, ¿lo quieres entrevistar?
A continuación, llamó a Luis Miguel Barbosa, quien se acercó con un vaso humeante de alguna bebida caliente y se presentó brevemente, se sentó y ante las dos o tres preguntas que le hice, la mayor parte del tiempo guardó silencio. Quien habló todo el tiempo fue Rosa María Avilés y el candidato ganador de la presidencia del PRD, que recién había llegado a Puebla de la ciudad de Tehuacán, solo asentaba con la cabeza lo que decía la vocera de IDN.
Unas semanas más tarde, Barbosa ya instalado como presidente del PRD organizó una movilización que salió del Gallito, en el Paseo Bravo. En mi calidad de reportero me acerqué y le pregunté, sin que fuera entrevista: ¿Qué pretendes lograr con esta marcha?, a lo que respondió con firmeza, palabras más, palabras menos: “reclamarle al gobernador –Melquiades Morales Flores—que cumpla con las promesas de obras y programas para el campo… y demostrarle que el Partido de la Revolución Democrática es una verdadera oposición… nos vamos a plantar frente a sus oficinas hasta que salga a dialogar”.
Entonces le confié que el gobernador no estaba en sus oficinas de la avenida Reforma, sino que estaba en una reunión privada en la zona del Paseo de San Francisco. “¿Estás seguro, me juras que ahí lo encontramos?”, le dije que tenía la certeza. Sin decirle nada a los demás, cambió de rumbo la marcha y efectivamente logró sitiar el lugar donde estaba Melquiades Morales Flores, quien se vio obligado a improvisar en el edificio de la Secretaría de Economía un encuentro con los perredistas.
Muchos años después se seguía acordando de ese episodio y me confió su decepción. Cuando ya tenían sentando en la mesa al gobernador, se fue al baño de urgencia y cuando regresó, para su sorpresa, la mayoría de los líderes perredistas de esa época hacían fila para tomarse fotos con Melquiades Morales Flores. La mayoría decían ser compadres o amigos del mandatario. Comprendió que el PRD poblano no era oposición, sino comparsa del PRI.
Con el paso de los meses, Barbosa se dio cuenta que lo habían puesto como presidente del PRD, pero quien controlaba el Comité Ejecutivo del partido era Jorge Méndez y que él, era una especia de patiño.
De manera paulatina creó su propio grupo político, empezó a recorrer el estado para visitar los comités municipales y les empezó a entregar presupuesto, algo que nunca había ocurrido. Cuando menos se lo esperaba el grupo de IDN, Luis Miguel Barbosa se les rebeló y ganó el control del partido, sacudiéndose la tutela, o mejor dicho, el control de Jorge Méndez.
Por esa época coincidió con Andrés Manuel López Obrador, quien era presidente nacional del PRD. Barbosa siempre decía que le admiraba la “energía incansable” del político tabasqueño –que hacía largas giras por la geografía poblana—y que le apartaban habitaciones de hotel y mesas en restaurantes, pero nunca las aceptaba. Prefería ir y regresar de la Ciudad de México.
En la elección intermedia del sexenio de Melquiades Morales Flores el PRD obtuvo uno de sus mejores resultados de toda su historia en Puebla, ganó 25 alcaldías –entre ellas Izúcar de Matamoros—y 4 diputaciones locales por la vía plurinominal, entre los que estaban Teodoro Lozano, Horacio Gaspar Lima y Susana Wuotto, que se convirtieron en líderes emblemáticos de la izquierda poblana.
Eso llevó a Barbosa a ganarse una diputación federal, en el primer lugar de la lista plurinominal, a convertirse en operador electoral del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, a tener cercanía con Andrés Manuel López Obrador, a ser parte de la corriente Nueva Izquierda –también conocida como Los Chuchos—y de esa manera superar a todos los liderazgos poblanos del Partido de la Revolución Democrática.
Años más tarde, siendo senador del PRD, mientras le narraba episodios autoritarios del entonces gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, de manera sintética me dijo algo así: “Ya se terminó la alianza con Moreno Valle. Pronto me vas a ver en Puebla de candidato a gobernador. Le voy a ganar al Moreno Valle”.
“¿Crees que te deje ser candidato?”, le cuestioné incrédulo. “Mete a la cárcel a todos sus críticos”, agregué. A lo que respondió:
“Yo no tengo nada que perder. No hay manera de que me haga algo”, dijo orondo.
“¿Y con qué partido vas a ser candidato, si el PRD parece propiedad de Moreno Valle?”, le habría cuestionado. Solo contestó con un “Pronto sabrás”.
Una semana después, en una conferencia de prensa en el Senado, ante la pregunta de una reportera de Reforma que le cuestionó algo así: “Usted es del PRD y habla bien de López Obrador, ¿no es algo incongruente?”, a lo que el legislador respondió: “Es tiempo de voltear a ver a Andrés Manuel López Obrador”. Entonces inició su camino en Morena y un día me dijo: “Ya te contesté lo que querías saber”.
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