Pocas cosas son tan molestas como recibir un billete falso.
El problema se descubre demasiado tarde, cuando se va a comprar alguna mercancía y el vendedor o cajero le dice que no aceptan el billete porque no es legítimo.
Y entonces, hay que iniciar un largo periplo para poder cambiarlo en el sistema bancario, si es que se tiene la fortuna de poder lograrlo. Si no, se perdió ese numerario.
Pues, el Banco de México informó hace unos días, que, en el primer trimestre de 2022, se detectaron 62 mil 458 billetes falsos en el país, con el billete de 500 pesos como el favorito de los falsificadores, con 33 mil 244 piezas falsas identificadas.
Lejos, en un segundo lugar, está el billete de 200 pesos, con 16 mil 689 unidades. Como es de uso, las autoridades federales ya cacarearon por lo alto que las reducciones notorias de billetes falsos se deben a su sagaz combate al delito de falsificación.
Pero los expertos ya respondieron que la baja de los billetes falsos no se debe a las eruditas capacidades del Estado para combatir a la delincuencia organizada sino al Covid-19, que ha hecho que innumerables mexicanos paguen por medios electrónicos o tarjetas evitando el uso de los billetes físicos y el salir de casa.
En el caso de Puebla, los especialistas comentan que hay células criminales que no solo se encargan de traer desde la Ciudad de México los paquetes de billetes falsos de notoria calidad, sino que los distribuyen desde distintos mercados públicos a grupos delictivos que se aplican en la distribución de estos productos apócrifos.
Más lejos, mencionan que la venta de billetes falsos ha llegado a darse por redes de WhatsApp y de Facebook, por docena, literalmente.
Y los puntos de entrega son justamente, los mercados públicos.
Así, el falsificado de billetes sigue haciendo de las suyas, aunque acotado, curiosamente, por el virus de Wuhan.
De las anécdotas que se cuentan
No hay encuesta que dé como ganadora a Carolina Viggiano, candidata de la Coalición Va Por México al gobierno del vecino estado de Hidalgo. Los demóscopos dan por descontado que Julio Menchaca, de Morena, va solo por completo.
Lo interesante se da en los comentarios que ha soltado a la prensa un priista de cepa, Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, a la sazón hermano de Rubén Moreira, esposo de Carolina Viggiano.
Los medios adictos a Palacio Nacional dicen que Moreira se lanzó contra Viggiano, pero analizando las cosas con objetividad, más bien emitió un diagnóstico frío: “yo no escogí a mi cuñada, yo nada más escogí a mi esposa, ni a los hermanos escoge uno”, mencionó para alejarse de la probable diatriba familiar.
Moreira no agredió a Menchaca, de quien expresó que se trataba de “un hombre honesto, preparado, responsable, un hombre muy bien capacitado que seguramente hará un excelente trabajo como gobernador de Hidalgo”.
El diputado por la LXIV Legislatura, por la segunda circunscripción del estado de Coahuila, sabe lo que su hermano tiene en casa, apenas había pedido licencia en la Cámara de Diputados para representar a la Coalición Va Por México del trinomio PRI-PAN-PRD, Viggiano fue denunciada por Nueva Alianza por esconder gastos de precampaña.
Y ahí está la casa valuada en 40 millones de pesos en Sierra Nevada 319, en la colonia Lomas de Chapultepec (CDMX), omitida en su declaración de situación patrimonial cuando era diputada federal.
Algo sabe Humberto Moreira.
Y por eso está marcando su distancia con Viggiano y hasta con su hermano.
Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
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