Atlixco, Pue.- A pesar de sus 106 años de edad, Herminia todavía guarda claramente los recuerdos de la Revolución Mexicana y cómo se vivieron en los municipios de Atlixco y Puebla, lugares en los que pasó los primeros años de vida.  

Delgada y con grandes lentes, alista su mirada para contar lo que fueron aquellos años que no se pueden ir de su memoria.

“Tenía yo como 12, 13 años que me llevaban, vivía yo en la calle del cerro de Guadalupe, estábamos encerrados en la casa porque nos encerraban porque era cerca la guerra, era por esa calle nos encerraba mi mamá por Loreto, cerro de Guadalupe (sic)”, explica.

Herminia afirma que le tocó ver a los soldados sin vida, tirados por las calles mientras zumbaban los impactos de las balas que hacían correr a la gente por todos lados.

“Nosotros veíamos mucho por las calles del Toquero, Coralillo, todas esas calles, andaban toda la pelea de los de la revolución y en San Antonio, allá era donde se quedaban tirados ahí los soldados”.

La situación de su familia, y del país en general a principios del siglo XX, le hizo trabajar en una fábrica de hilados y tejidos en Puebla, aunque al llegar a Atlixco se dedicó a vender comida.

“De mi vida nomas he trabajado. Siempre salía a vender mole allá en México, salía yo con una mesa, con un bracero. Vendía yo tostadas sopes, había un poste y vendía yo mole. Allá en Puebla vendía fruta, estaba yo joven y si no tenía yo rebozos trabajaba yo los rebozos, los tejía y en San Antonio donde más se preparaba la guerra ahí había un taller de rebozos de un tío mío y trabajaba un rebozo”.

Quizás por sus 106 años de edad, que serán 107 en julio, es que Herminia recuerda poco sobre otros aspectos de su vida. Eso sí, no olvida a sus seis hijos y lo difícil que ha sido ver partir a algunos antes que ella.

“¡106 años, uuuuuh, son muchos!, (entre risas) pero pues esos son los que tengo ahorita”.  

- ¿Qué le parece tener esa edad?

- Me parece muy bien, para gusto de mis hijos que me tienen todavía con esa edad.

Su familia la cobija y apoya y está al pendiente de su salud, aunque afirma que es muy buena.

“Realmente no tenemos una historia entre la guerra y lo reciente, porque se encapsuló mucho en esa sección. Su familia también nos cuenta de que fabricaba zapatos, de que tejía telares y vendía en el pueblo del León su mole y quesadillas, pero no tenemos una historia más cercana”, aclara Felipe de Jesús Martínez, nieto de Herminia.

Jorge Alberto Miranda García, su hijo, recalca que su mamá no tiene ninguna enfermedad, aunque por los años últimamente duerme mucho.

Come de todo, es de muy buen diente, no se preocupa por nada y cada día lo vive llena de atenciones por sus hijos, nietos y bisnietos, concluyó.