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El esfuerzo por mantener la tradición del barro bruñido

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En Agua Mezquite los artesanos elaboran piezas únicas; a pesar de ello son poco valoradas

Zapotitlán, Pue.- Los golpes contra las rocas de barro son con un palo grueso que hace retumbar la tierra, al impacto poco a poco comienzan a volverse polvo. Rodolfo, padre de familia nacido en Agua Mezquite, una pequeña comunidad de origen indígena asentada en el municipio de Zapotitlán Salinas en Puebla, muestra los distintos tamaños que servirán; el grueso para comales y el fino para piezas más detalladas.

Sus hijas y Minerva, su pareja, observan la técnica única, no puede cambiarse, ya una vez intentaron usar molino pero las piezas no quedaron igual, se quebraban. La harina se deja reposar más o menos un mes, luego las elaboran sin molde y esperan a que haya las suficientes para cocerlas al aire libre cuidando todos los detalles. El ximado (pulido) con cuarzos también es importante, no hay ningún proceso químico ni colorante artificial.

Este pueblo Popoloca, así como ocurre en Los Reyes Metzontla, mantiene la tradición prehispánica de la elaboración de vasijas, platos, vasos, ollas, comales hechos a base de distintos tipos de barro que se encuentra en los cerros que circundan los poblados. Esta alfarería sigue el proceso ancestral del bruñido para que el material no quede poroso y pueda servir muchas veces de contenedor de líquidos.

Para obtener las piedras de barro, las señoras o señores acuden a los distintos cerros y pala en mano, desgajan poco a poco la tierra para separar los pedazos que serán útiles.

Nemesio, habitante de Agua Mezquite, me llevó a uno de esos cerros, me muestra la vegetación del lugar dentro de los cuales hay árboles de los que se pueden obtener colorantes naturales.

“Más allá están los vestigios de una antigua hacienda de españoles que extraían y fundían hierro”, me comentó mientras recordaba que hace años extranjeros buscaron instalar mineras a gran escala, “¡un día un cerro amaneció siendo propiedad privada!”

Así como ocurre en otras partes del estado y el país, de Agua Mezquite han migrado varias personas que ahora están en ciudades estadunidenses: Wisconsin, California, Chicago, Washington, Nueva York, donde se cuentan aproximadamente 60 familias, o a Tehuacán a trabajar en las maquilas. Otras no, se han quedado a trabajar el barro como el grupo de señoras convocado por Aldeas Infantiles, que trabajan por las tardes en la primaria del pueblo buscando aprender más de nuevas técnicas como el uso del torno para la elaboración de piezas únicas además de conformar un grupo de artesanas organizadas.

“Es necesario que se tenga un precio justo, que la gente pague bien estas piezas que son excepcionales, es un trabajo especial, además del tiempo que lleva hacerlas, la tradición y la conciencia de comprar productos hechos por manos mexicanas”, apuntó Roberto, un joven que ha visitado el poblado desde hace algunos meses para intentar hacer que estas piezas sean conocidas pero también bien pagadas.

Rojo, gris, negro, amarillo son los colores que tienen las “harinas” usadas para la elaboración de piezas. Aunque tres tipos de barro se extraen sin mayor problema de los cerros al no constituir un consumo excesivo, hay en el centro de Los Reyes una veta que se inunda en época de lluvias y en la que han fallecido cuatro personas, tres de ellas mientras sacaban el mineral. Ahora está cercado y hay rumores de la división de tierras que ejecuta el programa federal Procede.

“Damos a seis pesos el plato, a veces hacemos 100 piezas por mes, otras veces nos encargan recuerditos para eventos, casi no se le gana, entre que comprar el popote, izote, esas leñas especiales para su cocción se va el dinero, pero es algo que aprendimos a hacer y lo seguiremos haciendo”, comentó una mujer que reparte su tiempo entre las labores del hogar y del campo.

La lengua Popoloca se está perdiendo, algunas abuelas todavía lo hablan y recientemente en Los Reyes se han abierto talleres para aprenderla porque de otra manera podrían perder los apoyos federales que les llegan al ser pueblos indígenas. De la siembra, mucho frijol se perdió porque no llovió como se esperaba.

Es importante que además de interesarse por las piezas únicas de barro bruñido, los consumidores den un valor a las piezas por el tiempo de elaboración, en ocasiones las artesanas son llamadas a ferias, sin embargo pocas veces les conviene o terminan rematando sus piezas a acaparadores.

En la junta auxiliar de Los Reyes hay más experiencia en la elaboración de barro. La artesana maestra Adela aseguró que mantienen una red comunitaria y social como una forma de demostrar que sí pueden ganarse un sustento de una manera digna. “Es un gran esfuerzo, muchas veces la gente no valora el trabajo, no se sabe por ejemplo que las piezas tardan en secar de una semana a 15 días”, dijo.

Los jóvenes no quieren agarrar la tierra prefieren irse a trabajar a las maquilas donde los patrones gritan, yo no, yo me quedo aquí, ya estamos haciendo joyería y buscando innovar, afirmó la mujer mientras enseña junto a otra de sus compañeras las piezas hechas en el primer horno fijo que construyeron de manera comunitaria. Chacuasa (gracias en popoloca).

*Con información de Sergio Ferrer

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