• Opinión

La travesía por la frontera

  • Erika Nieto

Las continuas deportaciones que realiza la autoridad migratoria de Estados Unidos hacía la frontera de México, así como el endurecimiento en los operativos de la patrulla fronteriza al momento en que los migrantes cruzan por el desierto, los cerros o el Río Bravo incrementan día con día la cantidad de mexicanos que en lugar de alcanzar el sueño americano encuentran la muerte en su travesía.

Sin embargo la cantidad de nacionales que ven en el pago a un coyote para que los guíe hacia el país del norte o en el viaje por tierra a través de “La Bestia” como sus alternativas de mejora de su calidad de vida y la de su familia, no ha disminuido.

Un texto encontrado en la publicación de la empresa MetLife denominado “El Sueño Mexicano” define con claridad la situación en la que se encuentran quienes deciden tomar este riesgoso camino: “Vivir el sueño americano significa igualdad de oportunidades para todos, una mejor calidad de vida, la posesión de un patrimonio personal basado en un buen empleo, un coche y una casa. Vivir el sueño mexicano no se aleja de eso, los mexicanos buscan un bienestar económico como base de estabilidad y desarrollo. La diferencia radica en que los mexicanos aún carecemos  de una plataforma de estabilidad y certidumbre que nos permita tener la certeza de que el sueño se hará realidad”.

Las historias de quienes han sufrido alguna pérdida durante su cruce de la frontera norte de México son varias. Y es que el camino no es sencillo. Por agua o por tierra, el trabajo de los agentes de la patrulla fronteriza está perfeccionado cada día con el uso de la tecnología.

Historias del cruce por el desierto

Ricardo viajó a los Estados Unidos por tercera ocasión con el apoyo de un pollero, pero esta vez para llevar a su hermano menor, así que para el traslado le dio diferentes recomendaciones de acuerdo a su experiencia en otros cruces. Por ejemplo, que durante la carrera que realizan a través del desierto por la noche y en el caso de toparse con elementos de migración estadunidenses no observar directamente la fuerte luz LED que, para desorientar y cegar temporalmente a los indocumentados, lanzan sobre ellos, el consejo fue “no dejes de correr pase lo que pase”.

También acerca del uso de botas grandes y de alguna vara de madera para defenderse de las picaduras de los animales o insectos del desierto así como de las marañas espinosas de las plantas del lugar.

Fernando pasó la frontera durante 5 ocasiones para trabajar en Nueva Jersey hasta que la última vez lo deportaron con la amenaza de que la siguiente será encarcelado, pero cuenta que su experiencia le dejó el conocimiento de no abandonar ni de noche ni de día su galón de agua para su hidratación, de correr y correr sin buscar esconderse cuando aparecen las camionetas de la patrulla fronteriza y de comer muy bien días antes de salir de casa para tener una condición física buena para enfrentar los días de adversidad.

Claro que también existen los casos de quienes han contado con tan buena fortuna que realizan dos cruces al año, según las condiciones climatológicas, sin tener mayores inconvenientes ni riesgos para su integridad moral ni física.

 

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