Antonio Analco, “el tiempero” de Santiago Xalitzintla, reúne desde muy temprano a los habitantes de las comunidades cercanas, quienes dejan sus actividades para llevarle comida, ropa, flores, música y alegría.
Habitantes de esa comunidad de Huauchinango suben a la cima del cerro para pedirle que derrame su vida sobre la población, como lo ha hecho desde tiempos ancestrales.
A través de los años las diferentes generaciones de esta familia se han hecho cargo de conservar la tradición de montar un altar en honor de los ya fallecidos.
Habitantes que instalaron las ofrendas abrieron las puertas de sus casas desde el 28 de octubre, así los visitantes pueden visitarlas y conocer las historias de los fallecidos.