La definición del tecnoestrés la proporcionó Christian Montag, un Psicólogo alemán: El tecnoestrés es cuando piensas: ¡Me gustaría destrozar la computadora!
El investigador de los efectos de la digitalización analizó las consecuencias del teletrabajo, como la nueva gestión del tiempo, la tendencia a dejar el empleo o la automedicación.
De acuerdo al diario español El País, Christian Montag, de 45 años, Catedrático de Psicología Molecular en la Universidad de Ulm en el Estado alemán de Baden-Wurtembergy, es autor de obras e investigaciones sobre influencia de las tecnologías en la mente humana.
El tecnoestrés es un término que se ha introducido en la literatura científica hace un par de años y surgió cuando la gente comenzó a lidiar con esas situaciones que todos enfrentamos y que se generan cuando la tecnología no funciona.
Algunos estudios muestran cómo las hormonas pueden desencadenar golpes a las máquinas. Todos nos enfrentamos a esto en nuestra vida cotidiana y ahora, con las oficinas en casa tenemos muchos nuevos desafíos que generan tecnoestrés. Solo hay que pensar en la situación creada por la pandemia, que obligó a muchas personas a utilizar videoconferencias u otro tipo de programas por primera vez.
También sucede en los lugares de trabajo convencionales, pero si comparamos la situación al comienzo de la pandemia y la actual, hay un cambio pues mucha gente no estaba preparada desde un punto de vista tecnológico para tener una oficina en el hogar que funcione correctamente.
La digitalización es un problema cuando la conexión a internet no funciona correctamente o es demasiado lenta o simplemente hay en casa equipos muy viejos. Mucha gente ha tenido que renovar sus dispositivos por necesidad.
Hay una paradoja del trabajo en casa. El estudio Bienestar y Trabajo Desde Casa 22, dirigido por Montag, concluyó que el 28 % de personas trabaja más y por el contrario, el 36 % asegura tener más tiempo para pasarlo con la familia. Por un lado, sienten que trabajan más, que se intensifica la carga de trabajo y pasamos más horas frente a la computadora. Pero, por otro lado, afirman disponer de más tiempo para la familia o el ocio.
La clave para explicar esta paradoja es que la gente ya no necesita desplazarse o lo hace en menor medida. Por ejemplo, si dedicaban dos horas al día al desplazamiento, ahora pueden trabajar media hora más, pero disponen de hora y media extra. También ganan flexibilidad para ir al médico o hacer compras, que antes hacían el fin de semana y les llevaba mucho tiempo.
Otro resultado sorprendente es que para el 8.7 % es estresante comer en casa. Obviamente hay diferentes culturas de alimentación, pero la razón principal tiene que ver con la conveniencia. No todos saben cocinar adecuadamente y hay que aprender.
También ha aumentado la automedicación. El 34 % dice haber recurrido a ello para mejorar su bienestar.
El trabajo es intrusivo en la vida cotidiana y es realmente difícil desvincular ambas cosas, por lo que esto puede ser estresante. Estudios recientes sugieren que mientras algunas personas redujeron el consumo de alcohol durante la pandemia, otras empezaron a beber mucho más.
También se duerme peor. Hasta el 72.1 % dice haber tomado melatonina para descansar mejor. No es sorprendente después de la pandemia. Si las personas temen o viven situaciones inciertas, comienzan a rumiar, a pensar en cosas que les preocupan, lo que impide obtener la cantidad adecuada de sueño de calidad.
El trabajo desde casa ha dado a mucha gente muchos más grados de libertad para lidiar con las molestias de la vida cotidiana y también para pasar más tiempo con la familia, pero cumpliendo con el trabajo. Necesitamos combinar lo mejor de los dos mundos.
El trabajo desde casa va a quedarse. Pero también nuestro estudio refleja un profundo anhelo de reunirse y ver a los colegas, de tener interacciones sociales reales más allá los encuentros virtuales.
Actualmente, concluyó Montag, se discute que la fatiga por videoconferencia puede desencadenarse debido a la ansiedad por ser constantemente monitoreado y por mostrarse frente a las pantallas. Además, la interacción con los demás se limita al marco de las pantallas. Esto no es saludable. Eso fatiga, a lo que se suma que es realmente difícil detectar emociones en nuestros interlocutores a través de las pantallas.
Necesitamos, de vez en cuando, volver a vernos en persona y también pasar un buen rato. Es el nexo que une a las personas y es importante para desarrollar la confianza entre ellas. Combinar elementos de ambos mundos será una solución para que las empresas y el resto de la sociedad elaboren un plan adecuado sobre cómo será nuestra vida laboral en un futuro cercano.
leticia_montagner@hotmail.com
clh
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Leticia Montagner es licenciada en Periodismo y tiene la maestría en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Doctorada en Derecho y Género. Fue catedrática de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Es pionera en Puebla de noticiarios y programas radiofónicos con perspectiva de género desde 1997. Conductora de programas de radio y televisión en Puebla. Actualmente es catedrática de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, escribe una columna política los miércoles en El Sol de Puebla y conduce la Revista ABC en ABC Radio 1280 de AM.