La cerveza y la mujer, una cercana relación
No es mala idea. Cierre los ojos. Piense en una jarra de cerveza. ¿Qué se le viene a la cabeza? ¿Amigos y fútbol? ¿Señores con obesidad? ¿Cerveza y aficionados a los toros? ¿Una celebración entre hombres y en la cantina o bar?
Actualícese, la cerveza también es cosa de mujeres. Lo demuestra un estudio concienzudo titulado Mujeres Cerveceras: Desmontando Mitos y Leyendas, elaborado por Ámbar, la fábrica de cerveza en Zaragoza, España.
El informe reivindica la mano femenina en la historia de la cerveza y certifica la expansión de esta bebida entre las mujeres. Su sabor amargo, la estabilidad de su espuma, su frescor y la estimulación del apetito que provoca la cerveza proceden de una planta trepadora. Se llama Humulus lupulus. En la Edad Media se bebía mucha cerveza para evitar las aguas insalubres
El lúpulo es un aliado esencial de la cerveza desde la Edad Media y fue una mujer, la monja benedictina Hildegarda de Bingen, la que tuvo la idea, en el siglo XII, de añadir lúpulo a la cerveza. Hildegarda sobresalió por sus amplios conocimientos, escribió libros sobre mística, teología, música, herbología y medicina.
Fue consejera de reyes como Federico I Barbarroja, Enrique II de Inglaterra o Leonor de Aquitania. Se percató de que la cerveza –que se bebía mucho para evitar las aguas insalubres– era demasiado dulce y lo asoció con los problemas de visión de sus consumidores. El lúpulo dio amargura a la cerveza y añadió un leve efecto antibiótico.
Bien lo dijo Fátima Uribarri en el diario ABC de España, antes de que Hildegarda de Bingen introdujera el lúpulo, a la cerveza se le añadía gruit, una mezcla de hierbas aromáticas. El lúpulo le da amargor y equilibra el dulzor de la malta. Además, tiene propiedades antibacterianas combatiendo microorganismos y ayudando así a la conservación.
En el año 3000 antes de Cristo ya se hacía cerveza en Egipto. Usaban trigo, cebada y azúcar de dátiles. La imagen muestra a un hombre bebiéndola. Quizá sea el motivo por el que en Egipto a pesar de ser musulmanes no está prohibido el consumo de alcohol. Tradición milenaria.
El uso de la cerveza era no solo lúdico; en las tabernas se consumía sin límite dando lugar a generosas borracheras y resacas, también tenía una función medicinal como analgésico o desinfectante. Han quedado muchas figurillas relativas a la elaboración como la de la imagen, demostrando que podía ser elaborada tanto por hombres como por mujeres.
Martha Jefferson, primera dama de Estados Unidos, elaboraba una cerveza excelente. En la imagen, lienzo de Van Gogh. Agostina Segatori, dueña de la cafetería en la que se pinta el cuadro y amiga del artista, posa ni más ni menos que con una jarra de cerveza.
El consumo creció con los hallazgos sobre fermentación de Louis Pasteur y con la emigración de alemanes a América. En la actualidad compite a descaro con el vino entre bebedores de cualquier edad -legal a partir de los 18 años en los países con consumo de alcohol regulado- y de cualquier género.
Asimismo, se considera a Sumeria y Mesopotamia la cuna de la cerveza, ya que cerca de 6 mil años AC, las mujeres preparaban un antecedente de la cerveza actual para usarla en las fiestas religiosas. Gozaban de gran respeto y eran consideradas como sacerdotisas de la diosa Ninkasi. De allí, que, en esas sociedades antiguas, las diosas protectoras de los cerveceros eran precisamente las entidades femeninas ligadas a la fertilidad.
En Inglaterra, durante la Edad Media, las mujeres eran las encargadas de hacer las cervezas en sus casas utilizando calderos y con la ayuda de gatos que les ayudaban a espantar los ratones, principales destructores del cereal. Cuando una mujer vendía cerveza, colocaba una escoba en la puerta de su casa, además de que usaban sombreros puntiagudos para destacarse de los otros comerciantes.
La monja alemana Hildegarda de Bingen, que además fue Escritora, Teóloga y Botánica fue canonizada y se la considera la madre de la cerveza como la conocemos hoy en día.
Y para que no se enojen los hombres hay un Santo Patrono de la Cerveza. Durante la Edad Media y la época de la peste, San Arnulfo se dedicó a alertar a la población sobre los peligros de tomar agua contaminada, sugiriendo que mejor tomaran bebidas fermentadas. Se le considera, desde entonces, el santo de los bebedores y las cervezas.
Por todo lo anterior, hay que decir ¡Salud!
leticia_montagner@hotmail.com
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Leticia Montagner es licenciada en Periodismo y tiene la maestría en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Doctorada en Derecho y Género. Fue catedrática de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Es pionera en Puebla de noticiarios y programas radiofónicos con perspectiva de género desde 1997. Conductora de programas de radio y televisión en Puebla. Actualmente es catedrática de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, escribe una columna política los miércoles en El Sol de Puebla y conduce la Revista ABC en ABC Radio 1280 de AM.