La oposición en Puebla, desarticulada y sin proyecto para 2024
Faltan 11 meses para la elección de 2024 y la oposición en su conjunto está desarticulada, dividida, con escasos liderazgos, con alcaldes antipopulares y sin un proyecto mínimo para intentar ganar la gubernatura de Puebla, la mayoría del Congreso local, las principales alcaldías de la entidad y sobre todo, para enfrentar a la 4T que ya está en campaña, con aspirantes fuertes y con tendencias en la intención del voto que, a nivel de partidos políticos, el binomio Morena y la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador duplica al bloque del PRI, el PAN y el PRD.
O visto de otra manera, a partir de este fin de semana solo faltan unos cinco meses para la nominación de los candidatos a la gubernatura y se está a nueve meses del breve periodo oficial de campañas para que los candidatos puedan pedir abiertamente el voto. Y pese a que ya están acortando los plazos para las definiciones importantes, en Puebla no se percibe por ningún lado a la oposición.
Según un recuento que se lleva en wikipedia, entre junio de 2022 y abril de este año se han levantado unas 17 encuestas electorales en el estado de Puebla –que no son todos los estudios relevantes en la materia, al no incluirse las mediciones de las empresas Beap ni Mas Data–, y el promedio de la intención del voto para Morena –sin aliados— va del 38 al 50 por ciento, prevaleciendo el resultado de entre el 43 al 48 por ciento; el PAN tendría una tendencia del 21 al 31 por ciento; el PRI del 4 al 10 por ciento y el PRD del .7 al 2 por ciento.
Esos números en mucho son el reflejo de que la oposición –como grupo o por separado– no tiene ningún discurso medianamente crítico al gobierno del estado, al trabajo legislativo en el Congreso local y contra los ayuntamientos de la 4T. El PAN y el PRI están principalmente envueltos en sus conflictos internos y no tocan “ni con el pétalo de una rosa” a sus rivales políticos de Morena, que son la parte oficial.
La última figura crítica en contra de la 4T fue la diputada federal Genoveva Huerta Villegas en su calidad de presidenta del Comité Directivo Estatal del PAN, pero luego de que dejó esa posición en mayo de 2022, ahora parece estar más interesada en seguir haciéndole la “guerra” al edil panista de la capital, Eduardo Rivera Pérez, que en armar una resistencia fuerte contra Morena.
Soberbia y malos gobiernos
Para entender el mal estado en que se encuentra la oposición hay que examinar dos factores importantes: soberbia del PAN y malos ayuntamientos.
A lo largo de 2022 hubo una persistente presión de los dirigentes del PRI y del PRD, Néstor Camarillo Medina y Carlos Martínez Amador, respectivamente, para demandarle
al PAN que se definiera un proyecto de coalición opositora, en la que fundamentalmente se empezaran examinar posibles candidaturas y sobre todo hubiera posiciones estratégicas para las tres fuerzas políticas.
El PRI pedía que se le dejara la candidatura de la alcaldía de la capital y que el PAN se quedara con la postulación del aspirante a gobernador; mientras que el PRD demandaba espacios en municipios importantes del norte y el centro del estado.
Lejos de que el PAN aceptara negociar y construir un pacto entre las tres fuerzas políticas, además de analizar una estrategia para hacer crecer liderazgos en cada región, prevaleció una actitud de arrogancia entre los líderes albiazules.
En el PAN se empezó a discutir la forma de mantener la coalición con el PRI y el PRD, pero que todas las candidaturas importantes, como la gubernatura, las alcaldías de la zona metropolitana de Puebla y de la fórmula al Senado de la República, se queden en manos de aspirantes panistas, del Yunque o de familias que controlan los organismos cúpula del Consejo Coordinador Empresarial. Es decir, que se excluya a priistas y perredistas, pese a ser aliados.
Y ese comportamiento en el presente no ha cambiado mucho. Provocó que el PAN no estuviera preparado para el fenómeno de migración de las estructuras del PRI hacia la 4T. El albiazul necesita del voto de los priistas para poder competir por la gubernatura, pero actualmente se estima que seis de cada 10 estructuras del tricolor ya están en algún espacio de participación de Morena y frente a eso, ni los líderes panistas ni del tricolor tienen una idea de cómo frenar esa condición.
Un segundo factor es el siguiente: la zona metropolitana de Puebla es prioritaria para ganar la gubernatura de Puebla, la mayoría del Congreso y las dos senadurías de mayoría. En 2021, el PAN se quedó con el control de los municipios de mayor peso de esa región.
A dos años de distancia, se puede evaluar que el albiazul no supo aprovechar esa condición. El alcalde de la capital, Eduardo Rivera Pérez, tiene una buena imagen, una de las más sobresalientes en el estado. Pero no así el resto de los ediles de la zona centro de la entidad.
La edil de San Pedro Cholula, Paola Angon Silva, ha tenido un mal gobierno y se ha confrontado contra los propios panistas. Edmundo Tlatehui en San Andrés Cholula ha sido un presidente municipal gris y sin ningún resultado relevante en su gestión. Los alcaldes de Cuautlancingo y Coronango, Filomeno Sarmiento y Gerardo Sánchez, respectivamente, han sido una decepción para la población.
En San Martín Texmelucan, Amozoc y Atlixco, que hay alcaldes de Morena, el PAN brilla por su ausencia como fuerza política de oposición.
Toda esta crisis de la oposición se refleja de la siguiente manera:
El único político bien posicionado en el bloque del PRI, el PAN y el PRD para competir por la gubernatura Puebla es Eduardo Rivera Pérez, pero si el edil de la capital decidiera no luchar por la titularidad del Poder Ejecutivo, ya no hay ninguna otra figura –en los tres partidos—para llenar es espacio.
Antes el PAN en la capital del estado siempre tenía a tres o cuatro aspirantes fuertes para competir por la candidatura a edil de la ciudad de Puebla. Ahora solamente tiene uno: el diputado federal Mario Riestra Piña, que es superado –en las encuestas– por casi todos los aspirantes de Morena y un sector del Partido Acción no lo quiere dejar pasar para que obtenga la postulación.
De los tres partidos políticos del bloque anti-4T, el único que esta trabajando en un “plan B” es el PRD, que ya elaboró una ruta para hacer proselitismo sin la coalición opositora y ha desarrollado una campaña crítica, al levantar una consulta sobre la pertinencia de desprivatizar el servicio de agua potable de la capital. En el PAN y el PRI no se les ve ningún esfuerzo para empezar a “tocar las puertas” del electorado, algo que ya hacen los aspirantes morenistas.
Hoy el debate entre la mayoría de los integrantes de la clase política de Puebla está en torno a dos temas:
Si se van con Alejandro Armenta, con Ignacio Mier Velazco o Julio Miguel Huerta Gómez en la lucha interna de Morena por la candidatura a la gubernatura. O con Olivia Salomón o Claudia Rivera, en caso de que se decida género femenino en la 4T para el caso de Puebla.
Y si las candidaturas de Morena son para lo que siempre han estado en la 4T o para los nuevos “inquilinos” que vienen del PRI.
Nadie o muy pocos le apuestan a la oposición.
clh
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