La mitad de la estructura del PRI ya está en la 4T
La urgencia de que se defina la coalición opositora es que el PRI se está vaciando y una parte importante de su potencial electoral, desde ahora, se está mudando hacia la 4T. Algunos conocedores de la vida interna del tricolor estiman que, por lo menos, la mitad de las estructuras del Partido Revolucionario Institucional ya están gravitando en torno a los dos principales aspirantes de Morena a la gubernatura de Puebla: Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco.
De acuerdo a los dos últimos resultados electorales, al PRI se le ha esfumado dos terceras partes de sus votantes, luego de que en 2010, pese a que perdió la gubernatura de Puebla, se acercó a los 900 mil sufragios, que ha sido su mejor resultado histórico. Ahora la fuerza del tricolor se ubica entre 300 y 400 mil votos.
Un conocedor del trabajo electoral del PRI poblano –que platicó con este tecleador– cree que, si no se frena la migración de priistas hacia la 4T, su potencial electoral podría llegar disminuido a unos 200 mil votos cuando se desarrolle la contienda de la sucesión.
La coalición opositora necesita del PRI debido a que el PAN tiene un máximo histórico de votos cercano a los 600 mil sufragios, que es una cantidad lejana de los poco más de 800 mil votos que posee Morena, sin el apoyo de sus aliados, que son el PT y el PVEM.
Los votos del PRI son esenciales para equilibrar la lucha por el poder entre la oposición y la 4T en la batalla electoral de 2024. Pero se requiere que el tricolor vaya con todo su potencial, no con una fuerza disminuida de menos de 200 votantes.
El actual presidente estatal del PRI, Néstor Camarillo Medina, ha sido el dirigente más dinámico que ha tenido este partido desde que sufrió la derrota traumática de perder la gubernatura hace 13 años.
El líder tricolor está echado para adelante para contender como opositor, pero la mayor parte de los liderazgos del partido van en sentido contrario, quieren estar del lado del contendiente que les da más posibilidades de triunfo.
Los priistas ya han estado en un largo, muy largo, periodo de “sequía electoral” en el que no ganan nada relevante. Están ávidos de regresar al poder, aunque sea con otras siglas partidistas.
El problema de fondo es que el PAN no entiende estos comportamientos y no quiere, por ahora, arriesgar nada en armar una coalición opositora fuerte, vigorosa, al mismo ritmo del trabajo electoral de la 4T.
Los dirigentes del blanquiazul quieren todas las candidaturas importantes que van a estar en juego en 2024 y no quieren cederle nada a sus aliados: el PRI y el PRD.
Armenta, a la cabeza de la atracción de priistas
Las estimaciones apuntan a que Alejandro Armenta Mier es el que más ha aglutinado a priistas que abiertamente ya están en sus equipos de trabajo, o que se han acercado a sus actividades de proselitismo, cuidando no ser detectados por el Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI.
Mucho de ese acercamiento se ha dado por una larga lista de ex alcaldes y ex diputados locales del tricolor, que en su momento, fueron convocados –de manera muy eficiente— a apoyar el proyecto del senador morenista por el excandidato del PRI a la gubernatura de Puebla, Javier López Zavala. Mucho antes de que este último cayera en desgracia y ahora esté en el patíbulo judicial a punto de ser condenado por el feminicidio de la activista Cecilia Monzón.
El primo y contrincante del senador, el diputado federal Ignacio Mier Velazco, no se queda atrás. En las últimas seis semanas ha intensificado su promoción en todo el estado, como si ya fuera una campaña electoral en forma, que ha tenido como principal punto de atracción el sumar a las estructuras priistas de distintas regiones de la entidad.
Mier no tiene la misma fuerza de operadores como su primo. Sin embargo, el imán para muchos priistas es que ven al coordinador de los diputados federales de Morena como el “candidato oficial”, por su evidente cercanía con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; el presidente nacional del Partido de Regeneración Nacional, Mario Delgado Carrillo; y porque es el personaje poblano que más ha posado, en diferentes momentos, junto al presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional.
Sea cierta o no esa supuesta proximidad de Mier al poder central de la Federación, es lo que ha generado un foco de atracción para las estructuras del PRI que, están acostumbradas a moverse hacia donde se garantiza el acceso al poder político. Una actitud un tanto mercenaria y alejada de convicciones políticas.
No es la primera vez que se da ese fenómeno, ya son varias las experiencias, como estas:
En los comicios federales de 2006, la orden fue que las estructuras del PRI se desmovilizaran para garantizar el triunfo del PAN en el 80 por ciento de los distritos electorales y a favor del entonces candidato presidencial Felipe Calderón Hinojosa. Fue parte de un pacto entre el gobernador Mario Marín Torres y Carlos Abascal Carranza, quien era el secretario de Gobernación federal. Mediante ese acuerdo el titular del Poder Ejecutivo evitó ser destituido por el llamado Lydiagate.
En la elección de gobernador de 2018, nuevamente las estructuras del PRI trabajaron a favor del PAN.
Dos días antes de los comicios, los movilizadores de votantes fueron reunido en un hotel de la avenida Hermanos Serdán y ahí se les dio la orden de trabajar para llevar la mayor cantidad de sufragios a favor de la candidata del PAN a la gubernatura de Puebla, Martha Erika Alonso Hidalgo.
Uno de los que encabezaron esa operación era Juan Carlos Lastiri Quirós, que en esos comicios jugaba de candidato a senador por el PRI.
Un año más tarde, en la elección extraordinaria de gobernador de Puebla, grupos importantes del PRI operaron a favor de un triunfo en las urnas de Morena.