Resucitó el espíritu de la marcha del 1 de mayo

El desfile del Día del Trabajo de este lunes recuperó la esencia de esta movilización que se perdió hace 12 años por el autoritarismo morenovallista y el miedo al reclamo obrero. En esta ocasión la autoridad estatal recobró la convivencia con los líderes sindicales, los gremios se manifestaron libres y de manera crítica en la vía pública en contra de la 4T; además de que se respetó la pluralidad de las organizaciones, sin que hubiera un solo incidente violento.

Desde Guillermo Jiménez Morales, pasando por Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz, Melquiades Morales y hasta Mario Marín Torres, la principal peculiaridad del Día del Trabajo era que el gobernador, acompañado de los principales líderes sindicales, abría la movilización del Día del Trabajo. Era una manera de medir el termómetro entre la relación de los diferentes gremios y el mandatario en turno.

Esa condición se perdió en 2012, cuando el entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas decidió suprimir los desfiles obreros y convertirlos en actos cerrados, controlados y sin libertad de expresión de los participantes. Todavía un año antes, en lo que fue su primer ejercicio de gestión, marchó con los líderes gremiales, pero le desagradó la experiencia.

Moreno Valle no soportó que lo saludaran de mano los trabajadores –le daba repulsión–, que los sindicatos no aceptaran el control del contenido de cárteles y lonas y, sobre todo, que hubiera críticas hacia su gestión y el Partido Acción Nacional.

En esa época era el fin del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y había mucho enojo contra el PAN y el presidente de la República por haber convertido al país en un cementerio con su errática guerra contra las drogas y por su agresividad contra muchos sindicatos, como el de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y el Sindicato Minero de Napoleón Gómez Urrutia.

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A lo largo de los siguientes años, los mandatarios José Antonio Gali Fayad, Guillermo Pacheco Pulido y el morenista Luis Miguel Barbosa Huerta, optaron por mantener un alejamiento de las expresiones libres de los trabajadores. Aunque es importante precisar que en el periodo barbosista la emergencia sanitaria del Covid-19 apagó por dos años la manifestación de obreros, trabajadores de la educación y personal de salud, entre otros sectores laborales.

Por es encomiable que el actual mandatario Sergio Salomón Céspedes Peregrina recuperara el ritual de marchar, de estar en la apertura de la movilización del Día del Trabajo y escuchar a una parte de los reclamos de los manifestantes. Con ello se recuperó mucha de la esencia de esta fecha que se perdió hace poco más de una década.

Se puede suponer que hay un propósito político, pues el próximo año hay elecciones y el gobernador está buscando contribuir al triunfo de la 4T en las urnas. Sin embargo, el mérito de su aparición pública de este lunes es que se hizo sin que se intentara controlar las protestas de los trabajadores.

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Y la mayor parte de los reclamos fueron contra la 4T: el desabasto de medicamentos en hospitales púbicos, el atraso del IMSS en reponer el hospital de San Alejandro, la alta tasa de los impuestos que merman los sueldos de la clase trabajadora y el fracaso en controlar la violencia delincuencial, entre otros agravios.

El desfile mostró aspectos muy relevantes de la vida laboral actual de Puebla y de los líderes gremiales.

Se vio a un Leobardo Soto Martínez, dirigente de la CTM, en su máxima expresión de pragmatismo político. Algo que algunos llaman ser mercenario político. Con los gobiernos de Melquiades Morales y Mario Marín era un alfil del PRI. Con la llegada del PAN al poder, se volvió morenovallista. Y ahora se la pasa haciéndole guiños a Morena.

Incluso se prestó a mostrarse –este lunes— muy amigable y cordial con Alfredo Gómez Palacios, el nuevo secretario general de la sección 51 del SNTE, cuando tradicionalmente había un divorció, una mala relación, entre la CTM y los sindicatos magisteriales.

Por primera vez marcharon tres sindicatos de la Universidad Autónoma de Puebla, sin riegos de enfrentamientos. Por un lado, se juntaron el Sindicato Independiente de Trabajadores de la UAP y la Asociación Sindical de Personal Académico de la UAP. En tanto, el Suntuap, que ya recuperó la toma de nota, se movilizó al lado de organizaciones independientes.

Lo que evidenció la participación de esas tres organizaciones, aparte de la pluralidad, es que fue muy pobre el arrastre de trabajadores. Eso muestra que en la UAP –en el momento actual– no hay mucho ánimo de las bases laborales de participar en la vida sindical de cualquiera de las agrupaciones gremiales.

Un hecho que pasó desapercibido es que entre los dirigentes sindicales que dieron apertura al desfile del Día del Trabajo, estuvo René Sánchez Juárez, el líder de la FROC-Conlabor, pero con el pequeño detalle que ninguno de los sindicatos afiliados a su central obrera marchó en esta jornada.

Eso es una muestra de la fuerte crisis por la que atraviesa la FROC y René Sánchez Juárez, que luego de haber sido uno de los líderes gremiales más poderosos del estado de Puebla, ahora los trabajadores rehúyen del universo froquista lleno de abusos y de dirigentes “charros”.