La carrera por la sucesión de Casa Aguayo tuvo un freno, al interior del barbosismo, con la muerte de Luis Miguel Barbosa.
Primero por respeto a quien aún no cumple los 60 días de haber fallecido y segundo por un tema elemental en la política: la gobernabilidad por encima de los apetitos de poder.
Sergio Salomón Céspedes Peregrina apenas cumplió sus primeros treinta días como mandatario en un entorno de estabilidad política.
El senador Alejandro Armenta Mier y el diputado federal, Ignacio Mier Velazco, son los únicos que aún con el deceso de Barbosa y la urgencia por mantener la gobernabilidad en Puebla siguieron con su campaña para el 2024.
En lo suyo, sin importar lo demás.
El gobernador Céspedes e incluso el alcalde Eduardo Rivera han dejado en claro que en este 2023 en la estabilidad del Estado no hay cabida para las promociones personales.
Ningún pronunciamiento se ha realizado en el barbosismo sobre nuevos perfiles o sostenimiento de los actuales, porque primero se busca cumplir con las enormes tareas en seguridad y atención de grupos vulnerables. Encarrilar el gobierno, pues.
Está claro que todo cambió. Lo que antes del 13 de diciembre era una ruta para alcanzar la meta, después de esa fecha no hay otra más que entender que primero el gobierno, luego la sucesión del 2024.
Ya llegarán los tiempos, aunque en Morena tanto Armenta como Mier estén por encima de ellos.
Eso también cobra factura.