El entonces gobernador de Puebla, Manuel Bartlett Díaz, incluyó el rescate del Río Atoyac, dentro de su megaproyecto denominado Angelópolis.
Eso fue hace 25 años. Ofreció a los industriales, particularmente de los sectores textil y químico, créditos a fondo perdido para que instalaran sus plantas tratadoras de agua.
Nacional Financiera quedó como entidad garante de los préstamos. Todos se formaron para recibir los recursos, pero nadie cumplió.
No hay que ser experto para ello, sino darse cuenta de las pésimas condiciones en las que se encuentra el Atoyac con descargas de industrias e incluso hoteles aledaños. Nadie los sancionó.
Rafael Moreno Valle, años después, anunció también el rescate del afluente con millones de pesos. Todo quedó en obra de ornato, pues el Atoyac sigue peor.
Claro que el corredor fabril de Tlaxcala aporta a la contaminación al río Zahuapan que desemboca en el de Puebla.
Antonio Gali Fayad anunció la limpieza del Atoyac con millones de pesos. Ahí están los resultados.
Ahora, con Luis Miguel Barbosa se procede al revés de todos sus antecesores gobernadores. Comenzó a aplicar clausuras por contaminación del Atoyac y la falta de sus plantas.
Antes se gastaron los recursos públicos y de la banca de desarrollo sin castigo. Los industriales se creyeron intocables, pero como a otros sectores, la fiesta se les terminó.
Ya comenzaron las protestas por los cierres, pero en el gobierno les han dejado en claro que cumplan la Ley y dejen de arrojar sus descargas al afluente.