En la BUAP, hay historias de vida
La joven química Lilia Cedillo empezó a dar clases en un ambiente complicado, en el que dominaban militantes del Partido Comunista Mexicano, era el año de la transición de la rectoría de Luis Rivera Terrazas a Alfonso Vélez Pliego y de un proyecto para la Universidad Autónoma de Puebla de institución “crítica, democrática y popular”.
A lo largo de cuatro décadas ha visto todo, pero siempre con una vocación de investigadora y catedrática de tiempo completo. Así llegó ayer a su primer Informe como rectora de la casa de estudios donde se forjó, como alumna desde la preparatoria hasta la posición personal más importante para un integrante de esa comunidad, la rectoría.
Por eso no es extraño que en su Informe, la doctora Cedillo subrayara que la suya es una gestión incluyente, enfocada en el bienestar e impulso educativo de sus estudiantes y refrendó su compromiso para trabajar por una Nueva Cultura Universitaria: crítica y creativa, pero también flexible y resiliente, capaz de integrarse a una sociedad global.
Los esfuerzos de su gestión parten de cuatro ejes de acción establecidos en el Plan de Desarrollo Institucional 2021-2025: Gobernanza y gestión incluyentes y con trato humano; Corresponsabilidad social y solidaria; Educación desarrolladora para la transformación; e Investigación abierta y comprometida.
Después de cuatro décadas de trayectoria académica, Lilia Cedillo reconoció que una de sus motivaciones para asumir el cargo fue saber que muchísimos jóvenes tienen en la BUAP la única opción para salir adelante; es por eso que concibe a los estudiantes como el corazón de esta institución.
Un ejemplo, en este primer año implementó el Plan de Rescate para el Nivel Medio Superior y el Programa de Regularización de Licenciatura 2022, para apoyar a estudiantes en la conclusión de sus estudios. Esto benefició a 6 mil 82 jóvenes. “No sólo es una cifra: son 6 mil vidas que podemos cambiar”, precisó.
Se entregaron apoyos económicos a las y los alumnos que perdieron a sus padres o tutores durante la pandemia, quienes se incorporaron al Programa Cero Cuotas para evitar el abandono de sus estudios. Se donaron equipos de cómputo para jóvenes de bajos recursos y a la fecha más de 45 mil estudiantes cuentan con una beca, y los más destacados tienen el respaldo institucional para representar a la BUAP en actividades académicas, nacionales e internacionales.
En este año, el regreso masivo a la presencialidad significó un reto para la actual gestión; sin embargo, se brindaron las condiciones para un regreso seguro, de tal forma que ahora se reciben a más de 119 mil estudiantes.
Para lograrlo, trabajó ininterrumpidamente en el Centro de Detección Biomolecular, donde era la directora, para la toma de pruebas COVID-19, con los métodos de antígenos y PCR en tiempo real, a personal administrativo, estudiantes y público en general. Se mejoraron las condiciones de los espacios universitarios, horarios de clase y de trabajo académico, y se organizó la oferta educativa para optimizar tiempos de traslado, entre otras acciones.
Para la rectora, la planta docente es una de las fortalezas de la BUAP, Cedillo reiteró que la innovación académica es posible gracias a la participación decidida de las y los profesores de la BUAP, quienes mostraron una enorme capacidad de adaptación a la cambiante realidad, con resultados de calidad sostenidos.
“Estamos por encima de la media nacional de docentes de tiempo completo con posgrado y con Perfil Deseable PRODEP, y nos mantenemos con el mayor número de Cuerpos Académicos Consolidados a nivel nacional”.
Destacó además que el CENEVAL es la segunda opción de titulación más demandada y en este rubro la BUAP logró el Premio Nacional al Desempeño de los EGEL, por los excelentes resultados de las y los egresados, lo que refleja también la calidad en la enseñanza.
El respeto y trato digno deben regir las relaciones entre universitarios, así lo manifestó Lilia Cedillo. Para fortalecer esta convivencia, se pronunció por un clima de estabilidad laboral, cordialidad, colaboración y empatía. Refirió la dignificación de condiciones contractuales del personal no académico y la incorporación a la nómina institucional de más de 600 trabajadores antes contratados por outsourcing.
Otro de los intereses que mantiene es la cercanía con los universitarios, es por eso que se comprometió a mantenerse siempre atenta a sus necesidades e inquietudes.
“Hemos hecho uso escrupuloso de los recursos, con prioridad en la atención a las necesidades de las unidades académicas, en ejercicios financieros apegados a la norma”, sostuvo al detallar el manejo financiero de los recursos.
Al respecto, destacó la evaluación de tres certificadoras internacionales, Standard & Poor ́s, Moody’s y Fitch Ratings, las cuales han refrendado y mejorado la calificación al estado de las finanzas universitarias, así como su perfil crediticio y posición de liquidez.
En materia de adquisiciones, informó que se privilegiaron las licitaciones públicas, logrando ahorros por más de 117 millones de pesos. Se obtuvieron fondos extraordinarios para obra nueva y la ampliación de la cobertura por 52 millones de pesos, que se han destinado a la adecuación, mantenimiento, equipamiento y conectividad de espacios de aprendizaje para los estudiantes en complejos regionales.
“Todo nuestro quehacer está orientado a la construcción de una sociedad más equitativa, inteligente y justa; bajo esta directriz la universidad trabaja con los municipios del estado donde tenemos sedes”, subrayó.
A nivel federal, refirió que la BUAP ha participado en la transformación de la educación en México, en sintonía con la Ley General de Educación Superior. A nivel internacional, la BUAP genera alianzas como la que existe con la Universidad de Texas en Austin, en el marco del consorcio “Modelo académico para proveer acceso a la salud”, que reúne a 15 universidades de varios países.
Precisó que detrás de cada acción y cada programa hay una historia de vida.
Para la rectora de la BUAP la unión es la fuerza para construir el futuro anhelado, representado en una Nueva Cultura Universitaria donde caben todos, responsable con el entorno y con una perspectiva incluyente.
El reconocimiento de la comunidad universitaria y de la sociedad a los resultados del primer año de la gestión de la doctora Lilia Cedillo son positivos. Su calificación es de 10.
De las anécdotas que se cuentan
En no pocos hogares mexicanos, suele hacerse lo que los abuelos llamaban “las cuentas del gran capital”. Todo comenzaba con el cálculo de lo que esperaba ganarse de ingresos mensuales en casa. Y a partir de ahí, empezaban los cálculos alegres.
Se imaginaban remodelaciones, construcciones, compras de electrodomésticos. Y cuando no llegaba el dinero como se esperaba, venían los recortes draconianos.
Algo así se espera con 2023 y el Paquete Económico del gobierno federal.
Ramírez de la O y su equipo previeron un déficit público de 1 billón 134 mil 140.7 millones de pesos y un déficit primario de 0.2 por ciento del PIB. Hasta aquí, todo parece lógico, pero comienza la letra pequeña a aparecer en los documentos.
De entrada, Hacienda dice que prevé un superávit del 0.1 por ciento del PIB. Y que no se generarán nuevos impuestos. Pero lo que más llama la atención es que Hacienda calcula un crecimiento económico del 3 por ciento frente al 2.4 por ciento proyectado este año.
Una revisión sencilla a los documentos hacendarios anuncia el problema: si hay fallas en la expectativa de crecimiento de la economía, es suficiente que el pronóstico no se cumpla en un punto porcentual para que las cosas revienten en su diseño original.
Lo anterior quiere decir que es factible que haya despidos en la administración pública federal, con miras a mantener el dinero hacia proyectos como el Tren Maya.
Y de paso a otras partidas que no son relevantes para el gobierno federal, como aquellas que tienen que ver con la democracia y la no militarización del país.
Son las cuentas del gran capital.
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