La magnanimidad de la BUAP

O cómo disminuir el porcentaje de deserción estudiantil

Hoy concluye el plazo para que los alumnos rezagados del nivel superior se registren en el Programa de Regularización de Licenciatura de acuerdo con la convocatoria emitida para tal efecto.

Al parecer la medida beneficia a todos: a la institución porque así podrá disminuir el número de deserciones que, aunque no conocemos, debe ser alarmante para que se haya decidido “darles una oportunidad” a los alumnos rezagados pertenecientes a las generaciones 2005 a 2017.

Aparentemente también beneficia a los estudiantes, pues podrán culminar con sus estudios. El punto es ver cómo lo harán, en qué condiciones y bajo qué criterios académicos.

Menciono esto porque la convocatoria señala entre las obligaciones de los aspirantes la siguiente: d) Las y los estudiantes no podrán reprobar las asignaturas a cursar en su ruta crítica, de lo contrario se les aplicará la baja académica definitiva de la institución.

Por otra parte, las modalidades para acreditar las asignaturas son: - Cursos presenciales, virtuales o autogestivos - Exámenes generales, departamentales o estandarizados - Evaluaciones especiales - Plataformas digitales. En otras palabras, cualquier modalidad imaginable.

Otro punto a destacar de la convocatoria es el siguiente: La unidad académica asignará un tutor de acompañamiento de la ruta crítica o plan de titulación.

Ya me imagino el estado emocional de los alumnos. Son los “rezagados”, los “dados de baja”, los que “no han cumplido” y la generosa BUAP les va a dar una oportunidad más. Eso sí, no pueden reprobar una sola materia. ¿Se imaginan ustedes el grado de sujeción en el que se encontrarán estas alumnas y alumnos? Y no es la sujeción a las reglas sino a las personas, pues les van a asignar un “tutor”, por no decir “pastor”.

¿Y qué hay de las circunstancias en las que dejaron sus estudios? ¿Por qué no pueden escoger ellos y ellas a sus tutores si ya conocen a sus maestras y maestros? Porque es muy probable que muchos de ellos ya estuvieran elaborando un trabajo de titulación como lo es una tesis y tendrían todo el derecho a concluirla con la maestra o maestro de su elección.

¿Y qué hay de los derechos de los docentes? La dirección de un trabajo de titulación ya iniciado por ellos quedará trunco, porque la unidad académica decidirá quién se encargará de ese alumno rezagado. Aquí no cuentan ni los derechos de los estudiantes ni los derechos de los docentes. Bastante magnánima se ha visto la BUAP para que todavía se estén fijando en estas pequeñeces.

Y para no perder la costumbre de no respetar la normatividad universitaria, la convocatoria señala que los casos no previstos serán resueltos por la Vicerrectoría de Docencia a través de la Dirección de Educación Superior y que la oficina de la Abogada General Sustituta remitirá el oficio de reactivación de matrículas de los aspirantes aceptados a la Dirección de Administración Escolar, con copia a la Vicerrectoría de Docencia. ¿Y la Unidad Académica qué? ¿No es acaso la responsable de graduar al alumno? Obviamente los criterios académicos brillan por su ausencia.

¿Saben qué? En lugar de montar todo este teatro la universidad tendría que hacer algo muy simple, ya que la administración central tiene en el puño de la mano al consejo universitario. Bastaría con suprimir las cláusulas que prescriben la baja estudiantil definitiva de los Reglamentos que regulan el ingreso, permanencia y egreso de los estudiantes para que éstos, en la medida de sus tiempos y posibilidades, culminen con sus estudios.