El destape de Javier Lozano, un desesperado intento por regresar a la política activa
Javier Lozano Alarcón dio a conocer sus intenciones de buscar ser el próximo candidato del PAN a la gubernatura de Puebla, anunció que no generó ningún impacto especial en el panismo local, sino por el contrario exhibió la absoluta orfandad política en que terminó este personaje, ya que en la actualidad se ha convertido una especie de “apestado” al interior del albiazul, pues nadie lo respalda, nadie lo sigue, nadie hace el más mínimo comentario a su favor.
Se podría suponer que su anunció de intervenir en el proceso de la sucesión de 2024 es una estrategia organizada desde el morenovallismo –por los pocos integrantes que quedan de esa corriente– para intentar hacerle la vida imposible al edil de la capital, Eduardo Rivera Pérez, quien camina como el único aspirante firme y fuerte para ser el abanderado de la oposición en los comicios que habrá en un par de años.
Es decir, que se le quisiera utilizar como una especie de “golpeador” –que es su especialidad–, de la misma manera en que los morenovallistas en algunas ocasiones manipularon al exalcalde de la capital Luis Paredes Moctezuma, que se infiltraba en las ruedas de prensa de Eduardo Rivera para lanzar en su contra todo tipo de insultos.
Sin embargo, eso no es así, los ex integrantes del grupo simpatizante del extinto exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas estarían interesados en impulsar a la expresidente del PAN estatal, Genoveva Huerta Villegas, o al exsecretario de Salud Jorge Aguilar Chedraui, para que contiendan contra Eduardo Rivera en la lucha por la candidatura a gobernador, en lugar de apoyar a Lozano Alarcón a quien califican como “un cartucho quemado”.
¿Entonces cuál es el propósito de quien fuera secretario del Trabajo en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa el intentar encontrar un espacio en la sucesión poblana?
La respuesta es sencilla: es un intento desesperado de Javier Lozano de regresar a la política activa, luego de que ha fracasado en todas las empresas en que se ha visto involucrado en los últimos años.
Solo es cuestión de revisar sus cinco últimas incursiones:
Luego de haber sido secretario del Trabajo en el sexenio calderonista apareció como candidato del PAN a senador de la República por el estado de Puebla, como parte del grupo morenovallista. A la mitad de la campaña electoral, el entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas le reprendió por no hacer caso a las estrategias de proselitismo que le habían diseñado desde el Poder Ejecutivo.
Poco antes de los comicios federales de 2012, se dice que era tanto el disgusto de Moreno Valle que lo dejó de recibir, tras advertirle que iba a perder las votaciones y así ocurrió. La noche de la elección el resultado era favorable para la coalición de izquierda que en ese entonces tenía de candidato a Manuel Bartlett Díaz.
En la madrugada siguiente a la jornada electoral, se hizo una serie de trabajos de “alquimia electoral” para voltear los resultados y subir al primer lugar a la candidata del PRI, Blanca Alcalá Ruiz, y bajar a la izquierda al tercer lugar, operación a la que se prestó la cúpula local del PRD. De esa manera Lozano entró a la cámara alta del Congreso de la Unión como primera minoría, o dicho de otra manera: “de panzazo”.
Una vez que concluyó su labor como senador del PAN, renunció al albiazul y se pasó a las filas del PRI, que era su partido original. Apareció como uno de tantos vicecoordinadores de la campaña del candidato presidencial priista –en la contienda de 2018—José Antonio Meade Kuribreña.
Alguna vez Lozano lanzó fuertes diatribas contra los priistas de Puebla, en medio se la reñida campaña electoral de hace cinco años, situación que debió corregir Meade al reunirse con cúpula del tricolor poblano.
El entonces candidato a gobernador del PRI, Enrique Doger Guerrero, reveló que el propio Meade Kuribreña le había confiado que no tenía credibilidad en Javier Lozano sobre los reportes que le hacía llegar sobre el desempeño del partido en la contienda que marcó la llegada de la 4T al poder.
Como un adolescente rebelde, luego de la derrota de Meade, ahora dejó las filas del PRI y supuestamente se volvió un activista ciudadano. En ese papel, en abril de hace dos años se convirtió en vocero de la Coparmex para luchar contra la 4T. Solamente duró ocho horas en el cargo, al ser repudiado por muchos integrantes de esa organización patronal y entrar en conflicto con el presidente del organismo, Gustavo de Hoyos.
Hace un año, irrumpió como vocero, abogado y defensor político del gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca. No logró nada. Al revés, el mandatario de esa entidad perdió todo: la mayoría del Congreso local, las principales alcaldías, el esfuerzo de poner un mandatario panista al frente del Poder Ejecutivo de esa entidad y ahora, que concluya su cargo, tiene ya medio cuerpo en la cárcel por los delitos que le ha buscado imputar la Fiscalía General de la República.
En julio pasado anunció, por medio de sus redes sociales, que ahora volvía al PAN, para “rescatar a México de la pesadilla de la 4T”.
Marko Cortés, el presidente nacional del PAN, festejó ese anunció de Lozano, en otro mensaje de redes sociales, pero no le dio ninguna posición en el partido.
Por eso Javier Lozano decidió mejor regresar a Puebla, para ver si alguien aquí le hace caso.