La oposición a la Cuatroté, una vez más, saldrá derrotada en las elecciones del próximo domingo en seis estados: Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo, Oaxaca, Durango y Aguascalientes.
Todas las encuestas sobre preferencias marcan a Morena y sus aliados con cuatro estados, el PAN y los suyos con uno y el otro (Durango) reporta empate técnico.
¿Qué pasa con la oposición en el país?
Va de la derrota a la frustración. Las explicaciones son más que evidentes:
Para empezar construyen alianzas con liderazgos en desdoro, sin credibilidad y sostenido por su larga cola de corrupción e impunidad.
Marko Cortés, dirigente del PAN, finalmente tuvo la razón. Su partido nada más le apostaba a Aguascalientes, porque en todos los demás serán barridos. Quizá salve Durango, pero lo haría sumado al PRI.
Alejandro Moreno, líder del PRI, es un walking dead y nadie lo puede remediar. Sumergido en audios que lo muestran como un auténtico pillastre, sin mayor defensa.
Jesús Zambrano encabeza a un partido, el PRD, cuyo razón de ser se explica en no representar nada. En vías de extinción.
El único partido que crece con figuras propias es Movimiento Ciudadano, nada más que no pretende sumarse a la alianza opositora, porque quedarse al margen le reditúa siempre ganancias a sus liderazgos.
La oposición sigue sin narrativa, con liderazgos para llorar, carece de un plan alternativo a la 4T y, lo peor, continúan sin entender nada de nada.