Revocación de Mandato, el recuento de los daños
Cualquier mecanismo que promueva y fortalezca la democracia es loable, sin embargo, la consulta de Revocación de Mandato tiene dos lecturas.
La primera, que el Presidente Andrés Manuel López Obrador estaba más interesado en ser el principal promotor en lugar de la ciudadanía ya que debía ser la sociedad la que impulsara esta consulta. AMLO solamente quería ratificar su popularidad ya que está más preocupado por su imagen y por el culto a su personalidad que gobernar para más de 125 millones de personas.
La segunda es que, si el instrumento de Revocación se continúa puliendo, perfeccionando, difundiendo y utilizando, será a futuro un gran triunfo para nuestra incipiente democracia.
En este mismo sentido, pero desde la legalidad, la consulta la tenía que promover el Instituto Nacional Electoral (INE), como organismo ciudadano, pero el Presidente y su partido Morena, se asumieron como garantes y promotores de su “consulta”, que en 2019 se encargaron de proponer, analizar, aprobar y llevar a cabo. Y finalmente terminaron violentándola.
El Presidente continúa en campaña y más allá de que hubiese votado mas del 40 % del Padrón Electoral para poder hacer vinculante el proceso, se iba a quedar en el puesto de cualquier modo.
¿Por qué? De haber existido más de 37 millones de personas que hubiesen votado a favor de la Revocación de Mandato, es decir, que no continuara en la Presidencia, la ley se hizo después de que tomó posesión del cargo y la ley puede ser retroactiva siempre y cuando beneficie, pero si perjudica no se aplica la retroactividad. AMLO hubiera tenido la razón en decir: Si me perjudica no me voy.
Había varias opciones para expresarnos el pasado domingo. La primera, revocarle el mandato; la segunda, ratificarlo en el puesto; la tercera, ir a votar y anular el sufragio; la cuarta, no acudir a la casilla.
Esta consulta, independientemente de que es un buen mecanismo para la democracia, no debiera haberse puesto en práctica este sexenio, aún y cuando fue una promesa de campaña de AMLO.
Las personas que votamos en el 2018, más allá de por quien lo hicimos, el mandato, la ley y la Constitución determinan que quien llegara a la Presidencia de la República terminaría su mandato en el 2024.
La consulta de Revocación de Mandato es positiva, la tenemos que utilizar, hará crecer nuestra democracia siempre y cuando las cosas se hagan bien y para toda la ciudadanía, que no pareciera que nuevamente fue un ejercicio perverso de quienes están en el poder.
En el caso de las declaraciones del Presidente desde el domingo en la noche, donde dijo que había sido una consulta exitosa, que estaba muy contento por la participación de la gente, para que realmente lo hubiese sido, tendrían que haber votado al menos 30 millones 111 mil personas por Andrés Manuel López Obrador.
Es decir, con esa cantidad de sufragios, AMLO se daría cuenta que está haciendo bien las cosas y que no solo gobierna para los que en 2018 votaron por él y que tendría que convencer a los que no lo hicieron.
Los que votaron por él, siguen siendo al viejo estilo priista, su voto duro o cautivo. Cabe aclarar que fueron a las urnas las personas mayores de 40 años, especialmente adultos mayores que reciben su pensión bimestral.
Los jóvenes no votaron, cuando en manos de ellos está el futuro. El INE fue el gran perdedor porque desde un principio el Ejecutivo lo descalificó, habló del derroche de dinero y ahora con el pretexto de no haber organizado la consulta correctamente, se justificará para pugnar por un organismo garante de la democracia, a modo.
Vamos a regresar al viejo estilo donde las votaciones se organizaban desde el Estado, desde el poder.
La última palabra la tiene la sociedad, que tendrá que utilizar estos mecanismos demócratas.
En la consulta de ayer hubo acarreos, compra de votos, reparto de comida y aun así AMLO no alcanzó la misma cantidad de votos que tuvo en 2018. El chistecito nos salió en más de mil 567 millones de pesos.
leticia_montagner@hotmail.com
Anteriores
Leticia Montagner es licenciada en Periodismo y tiene la maestría en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Doctorada en Derecho y Género. Fue catedrática de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Es pionera en Puebla de noticiarios y programas radiofónicos con perspectiva de género desde 1997. Conductora de programas de radio y televisión en Puebla. Actualmente es catedrática de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, escribe una columna política los miércoles en El Sol de Puebla y conduce la Revista ABC en ABC Radio 1280 de AM.

