Oposición sin nombres

Una oposición reactiva, inoperante, incapaz de construir una alternativa de país que no sea ir contra la Cuarta Transformación, es lo que depara para el 2024.

Ninguna figura emblemática se cocina, salvo nombres de suspirantes que producen ternura frente a un presidente Andrés Manuel López Obrador, con mayoría en el Congreso de la Unión y 17 gobernadores/as operadores/as de la política.

Es el drama de este país que carece de contrapesos reales para enfrentar la cada vez más hegemónica Cuatroté.

Siempre su apuesta es el yerro y gazapo de la 4T para sumar opinión publicada, que no pública. Los tiros de precisión que han dado, como los escándalos de bienes raíces de la familia presidencial y cercanos, no aniquilan.

Los adversarios caen siempre en las provocaciones presidenciales. Bailan al ritmo de las mañaneras.

El discurso opositor sólo tiene que ver a la reacción que produce la acción de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, legisladores, senadores y gobernadores, pero hasta ahí.

Se oponen, por ejemplo, a la reforma eléctrica de AMLO para regresar a la de Peña Nieto que sólo favoreció a unos cuantos y se prestó al saqueo. 

Desde la oposición todo se puede manejar mejor que en el poder, porque una vez que ocuparon la Presidencia de la República, tanto el PRI como el PAN se encargaron de dilapidar y chingarse lo que se podía.

Si hoy la 4T avanza es porque la oposición en el país lo ha permitido por la ausencia de una oferta atractiva para el electorado.

López Obrador juega siempre con las emociones del pueblo bueno que él representa frente a la mafia del poder que se rehúsa al cambio. Y los opositores felices de ser etiquetados.

En los estados tampoco la oposición muestra síntomas de querer cambiar las cosas. Unos creen que con ganar la elección pasada basta para repetir en 2024 y se echaron a la hamaca, otros en verdad no aprendieron nada.

Es la radiografía opositora en el país, sin nombres, ni adjetivos.