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‘Culiacanazo’ y Saab: en la mira

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Las omisiones tienen tantas consecuencias como las acciones. A dos años del culiacanazo, las consecuencias que tuvo ese hecho en la lucha contra el crimen organizado son evidentes, lo mismo que la herida que dejó en la relación con Estados Unidos.

De la misma forma que ayer decíamos que debemos exigir un desagravio público de las agencias de Estados Unidos por la injusta detención que hace un año también sufrió el general Salvador Cienfuegos (que, casualmente o no, se produjo en el primer aniversario del culiacanazo), el gobierno federal nos debe todavía una verdadera explicación de lo que sucedió ese día en Culiacán, cuando fue detenido y luego liberado Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo Guzmán.

Porque la explicación de que se lo dejó en libertad para evitar una matanza no se sostiene, sobre todo cuando se tiene el relato puntual de lo sucedido en el momento de la detención y los minutos inmediatamente posteriores, cuando hubiera podido ser trasladado al aeropuerto de Culiacán, donde lo esperaba un avión para trasladarlo, se dice que directamente a Estados Unidos, donde Ovidio tiene orden de detención acusado de ser uno de los principales introductores en ese país de fentanilo y otras drogas.

¿Qué tan importante era la captura de Ovidio Guzmán? Quédese usted, aunque sea, con un sólo dato: desde el momento del culiacanazo y hasta hoy, en Estados Unidos ha habido 160 mil muertes por sobredosis de opiáceos, la mayoría de ellas por fentanilo, que en buena medida se atribuyen al tráfico proveniente de México: no es estrictamente así, pero eso importa menos en esa percepción, lo cierto es que un porcentaje alto de esas muertes sí devienen del tráfico generado por los grupos de Ovidio y sus hermanos.

La enorme mayoría de los laboratorios de fentanilo que había decomisado el Ejército mexicano hasta el culiacanazo eran propiedad de los Chapitos, o sea, de los hijos del Chapo Guzmán. La ruptura de las redes criminales, sobre todo las introductoras de fentanilo, es el principal reclamo de Estados Unidos en el Entendimiento Binacional que se estableció hace unos días.

Han pasado dos años. No hay nadie detenido por el culiacanazo y recordemos que ese día se fugaron de prisión cerca de cien personas integrantes del Cártel de Sinaloa, hubo bloqueos, ataques, secuestros y amenazas de asesinato a familiares de militares, entre muchos otros delitos. Dicen que Ovidio se pasea por las calles de Culiacán sin ser molestado, hay una orden de detención con pedido de extradición, pero no existe, que se sepa, una orden de detención contra Ovidio en México, ni siquiera por los delitos derivados de los laboratorios que le fueron decomisados a los Chapitos. Han pasado dos años y el profundo desacierto que fue el culiacanazo sigue sumando costos para el futuro.

ALEX SAAB Y MÉXICO

El sector productivo de Venezuela está destrozado, sobre todo el agroalimentario, incapaz de poder, como se proponía el régimen de Nicolás Maduro, ser autosuficiente con la población. En ese contexto, para surtirse de alimentos, el régimen decidió asociarse con empresas de distintos países, entre ellas mexicanas, para comprarles despensas, paquetes de comida lista para su distribución entre las bases sociales del chavismo, las famosas CLAPs.

En esos acuerdos participaron los empresarios colombianos Alex Saab y Álvaro Pulido, que serían los intermediarios entre las empresas y el gobierno de Maduro. Esos personajes también operaban otro negocio: el del narcotráfico, asociados con grupos provenientes de las FARC y del ELN. Pero no era sólo droga o lavado de dinero, también esos grupos, con sus aliados en el gobierno venezolano, se involucraron ilegalmente en la minería y, según denuncias presentadas por la oposición venezolana, Saab es el responsable de la exportación ilegal de oro y otros minerales, como el coltán, desde Venezuela. En 2018 fueron incautadas 46 barras de oro en Aruba en un navío que se dirigía a Dubái, que fueron exportadas por el ELN, a través de una empresa de Saab.

Según investigaciones de la DEA, esos envíos de metales preciosos y otros productos se han repetido hacia distintos lugares del mundo. Esos recursos se invierten, vía bancos locales, sobre todo de Costa Rica y Panamá, en los de origen ruso Evrofinance Mosnarbank, Gazprombank y VTB, todos sancionados por el gobierno estadunidense. En el primero, el gobierno de Venezuela es propietario del 49% de las acciones, y el resto lo comparten las otras dos instituciones financieras. Ese dinero, dicen, termina en las cuentas de Diosdado Cabello y Tarek El Aissami, dos de los principales funcionarios del gobierno de Maduro y acusados de encabezar, con otros funcionarios y militares, el cártel de Los Soles. Un esquema que ya está, desde hace tiempo, en la mira del gobierno estadunidense.

En toda esa trama, el personaje central es Saab, este empresario de origen colombiano, nacionalizado venezolano, que se convirtió en el principal operador de MaduroSaab ya está en manos de la justicia estadunidense y su proceso comenzará en Miami en estos días. Para Maduro, la confesión de Saab puede ser un arma mortal, con enormes repercusiones en muchos países, incluyendo México.

 

Columna Razones de Jorge Fernández Menéndez en Excelsior

Fotografía archivom

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