Primer acto de Armenta: un discurso cercano a la 4T, pero entre los invitados muchas caras priistas
Los dos extremos o los dos contrastes que se vivieron en la ceremonia en que Alejandro Armenta Mier rindió protesta como gobernador de Puebla es que, por un lado, el nuevo mandatario supo hilvanar, darle identidad y pertenencia a su propuesta general de gobierno a los principios ideológicos de la 4T, además de mostrar una marcada preocupación por la justicia y atención prioritaria a los pobres. Por otro lado, el acto protocolario se convirtió en un rencuentro de la vieja clase priista. Marcó el regreso de muchos rostros del PRI que tenían años de estar excluidos de cualquier evento oficial.
Alejandro Armenta se ha convertido en el gobernador 118 de Puebla –desde 1867, año en que el estado es libre y soberano— y llega al poder con un alto “bono democrático”, al ser el mandatario más votado en la historia de la entidad, con la oposición más debilitada de las últimas 3 décadas e imprimiendo una alta expectativa de cambio, pero sobre todo de estabilidad, luego de un sexenio caótico en que hubo 6 titulares del Poder Ejecutivo.
Siempre un acto que define en mucho el estilo de gobernar de un mandatario que llega la cúspide del poder político en el estado, es el ritual, la ceremonia en que rinde protesta.
En esta ocasión, aunque hubo un balance más positivo, que negativo, la ceremonia de ascensión de Armenta no estuvo desprovista de claroscuros.
Sin duda alguna la parte más loable es que Armenta planteó un diseño de gobierno apegado a la 4T y siempre marcando, en distintos momentos, que la base de partida son los planteamientos de Andrés Manuel López Obrador, el fundador del movimiento de la Cuarta Transformación Pública de País.
Destacó, en todo momento, que habrá “austeridad republicana” y una burocracia sin privilegios; que su preocupación central es ser un gobernador justo y sencillo; que se debe priorizar la aplicación presupuestaria al combate a la pobreza y la educación, así como el desarrollo tecnológico; y mostró un marcado interés por el cambio de hábitos alimenticios y de actividad física de la población escolar.
Es encomiable que Armenta se muestre y se asuma como un político con una plena identidad con la 4T, luego de que esa es la principal carencia del grueso de alcaldes y legisladores que este año llegaron al poder bajo las siglas de Morena y sus aliados, pero sin una pizca de pertenencia al movimiento obradorista. Por el contrario, muchos fueron por años detractores de López Obrador.
Ejemplo: José Chedraui Budib, el alcalde de la capital, cuando rindió protesta no hizo una sola mención a la 4T, al presidente Andrés Manuel López Obrador o mostrar algún acercamiento a las políticas públicas que han diseñado los dos últimos gobiernos de la República.
En contraste a lo aconteció en la parte discursiva, hubo dos aspectos muy negativos del acto inaugural del gobierno de Armenta:
Primero: el regreso de la prepotencia a los actos oficiales. Algo que siempre fue muy característico de los gobiernos del PRI y el PAN.
Se puede entender que alrededor del acto oficial se monte un área de seguridad, pero no lo que ocurrió este sábado en que se bloqueó la Calzada de Los Fuertes, el barrio de Xanenetla y en general, toda el área histórica de los Fuertes de Loreto y Guadalupe, que acaba dañando la cotidianidad, los derechos de movilidad de la población.
Es no entender que tales cercos acaban provocando más enojo de la población hacia la autoridad, que poner atención al cambio de gobierno.
Segundo: la ceremonia de encumbramiento de Armenta –realizada en el Centro Expositor—fue una especie de reencuentro de la vieja clase priista y un desplazamiento, de militantes, activistas y líderes de la 4T, que los mandaron al fondo del recinto.
Las primeras dos o tres filas de invitados al evento de arranque de la nueva administración estatal estaba llenas de figuras nacionales y locales de la 4T y del mundo artístico, entre los que estaban Belinda y Julión Álvarez, dos populares cantantes. Estaba ahí presente la cúpula morenista.
En el resto de la llamada zona VIP, estaba llena de empresarios, así como de priista o ex priista. Rostros que, hasta no hace mucho, parecía imposible que estuvieran en un evento de la 4T.
Uno de ellos era Juan Carlos Lastiri Quirós, quien a lo largo del sexenio obradorista se volvió en “un apestado”, hasta en el propio PRI, luego de que fue protagonista de “la Estafa Maestra”, uno de los actos de corrupción emblemáticos del gobierno de Enrique Peña Nieto.
También ahí estuvieron Gerardo Pérez Salazar y Jorge Mendoza, quienes manejaron “los dineros” en la gestión de “el Góber Precioso”, es decir de Mario Marín Torres. En algún momento se creyó que los dos podían ir a la cárcel en el periodo del ex gobernador panista Rafael Moreno Valle Rosas. Ahora lucían sonrientes y despreocupados.
El evento tenía la siguiente división: en la parte central había una zona VIP, para políticos, empresarios, directores de medios de comunicación, artistas, figuras mediáticas y algunos grupos indígenas. Atrás, había otras filas para funcionarios públicos, representantes de sindicatos y organizaciones sociales. Y más atrás, había unas gradas para “público en general”.
Llamó la atención que en algún momento Armenta destacó que estaban presentes todos los miembros del Consejo Estatal de Morena y no se hizo esperar, las porras, los aplausos, de los morenistas. Con el pequeño detalle, o más bien, con el grave detalle, de que esas manifestaciones venían de las gradas, de la zona de “público en general”.
clh