¿Gobernador no pone gobernador?
La frase de que en Puebla “gobernador no pone gobernador” ha de estar girando en la cabeza de Rafael Moreno Valle, a unos días de que llegue la elección. Se ha de despertar a mitad de la madrugada, como hace seis años cuando estaba a punto de ganar la gubernatura y luego, sin conciliar el sueño, ha de repasar una y otra vez el plan que ha delineado con tanta minuciosidad durante años y que, a su parecer, no podría tener otro final más que el triunfo.
Allí, bajo los techos cubiertos de madera y muebles de elegante fornitura de Casa Puebla, donde también pasó horas interminables pensando en cómo librar las acusaciones en su contra por la muerte del niño José Luis Tlehuatle Tamayo, ocurrido tras la aplicación de su “Ley Bala”, el aún gobernador de Puebla ha de mirar a la distancia el fin de su sexenio, como si tuviera aún tiempo de enmendar algo.
Sin embargo, después de las elecciones, habrá de comenzar la cuenta regresiva en su contra, como los granos en el reloj de arena, hasta que caiga el último, siete meses y 10 días después.
Ni uno más.
Llamado a la resistencia
Ayer domingo, la noticia estremeció al círculo azul, cuando la encuestadora Strategia –la misma que adelantó la debacle del PRI en 2010 ante Moreno Valle-, presentó los resultados de su más reciente estudio y declaró un empate técnico entre Antonio Gali y Blanca Alcalá. Es más, puntualizó que a 38 por ciento de los votantes les gustaría que ganara la priísta y sólo a 33 por ciento, Antonio Gali. Así, de ese nivel…
Casi inmediatamente, cuerpos policiacos comenzaron a implementar operativos carreteros, como los que tienen proyectados para el domingo próximo, pero por lo pronto, sólo para impedir la llegada de los simpatizantes de Alcalá Ruiz a sus mítines de cierre de campaña.
Llegó entonces el llamado de la candidata para que los poblanos iniciaran una resistencia civil pacífica, como la convocada por Andrés Manuel López Obrador en 2006, cuando se autonombró presidente legítimo de México y se plantó en el zócalo capitalino.
Esta vez, desde Puebla, el emplazamiento no se hizo espera e inmediatamente las huestes priistas encumbraron rumbo al cerro de Los Fuertes para manifestarse frente a la residencia oficial. No había granaderos ni fuerza policiaca. Los manifestantes pudieron llegar sin problema a Casa Puebla y pegar pancartas en sus puertas, mientras un Augusta despegó del helipuerto y se alejó velozmente.
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