El modelo de alianza opositora para las elecciones quedó agotado. El epicentro de su inviabilidad se localiza en el Estado de México.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ya les tomó la medida o de plano la narrativa opositora no sirve para ganar.
Desde que la Cuarta Transformación llegó a Palacio Nacional, el movimiento de López Obrador tiene 23 de las 32 gubernaturas, la mayoría en las cámaras de senadores y diputados y su gestión goza de una aprobación muy por encima del 60 por ciento.
¿Por qué la oposición insiste en que si todos y todas se unen va sacar del poder al lopezobradorismo?
Esa fórmula ya no da votos.
Quizá les dio el síndrome de Estocolmo, pues en los hechos entre más pierden quieren seguir con su discurso de “hay tiro”.
Después de perder la joya de la corona en el Estado de México se avecina la lucha por la Presidencia del 2024.
Oooootra vez, los opositores perdieron la agenda, pues Morena se les adelantó para definir sus reglas que seguramente permearán en los nueve estados que renovarán gubernaturas. Y van por la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión.
¿Y la oposición?
Pues a nivel nacional en el callejón de los reproches por las continuas derrotas, peleando a navajazo limpio quién se queda con el mayor reparto de candidaturas y sometidos a la línea de criticar todo aquello que haga AMLO.
En Puebla, existe una oposición desdibujada, los operadores políticos del PAN, PRI y PRD juegan para Morena, prevalece la guerra interna para exigir su parte del pastel y perfiles que viven en la indefinición.
La alianza opositora en Puebla está por acabar en una coalición de traidores, porque si en el ámbito nacional sus dirigentes andan muy mal, en la entidad están peor.
Y todo porque su modelo quedó agotado electoralmente.