RIP a la representatividad empresarial en Puebla de 4T

Después de los últimos acontecimientos queda más que clara la muerte de la representatividad empresarial en Puebla.

El poder hoy trata directamente con los hombres y mujeres de negocios, sin intermediarios, pero a la vez otorga el beneficio de la duda a los nuevos liderazgos.

A nadie sorprendió la ausencia de los presidentes de Coparmex, Canaco, Canacintra, Canirac y demás yerbas en el primer encuentro empresarial con el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina.

Ellos no fueron invitados, pero al anexo de Casa Puebla acudieron los jefes: las familias Cernichiaro, Regordosa, González Cobián, Marín, Quintero Vega, entre otros.

El pasado viernes en el encuentro del espaldarazo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador al de Puebla, acudió el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.

En primera fila apareció el empresario Gilberto Marín Quintero, mientras en el presídium sentaron a Héctor Sánchez, presidente electo del CCE en Puebla, quien hasta marzo asumirá el cargo.

Por años, la cúpula patronal sometió a gobiernos, quienes para apaciguar las aguas otorgaron todo tipo de canonjías hasta que llegó el morenovallismo y primero los persiguió fiscalmente para que una vez dóciles recibieran millones de pesos del erario como subsidio empresarial.

La factura que tuvieron que pagar fue su silencio ante la brutal agresión al pueblo de Chalchihuapan.

Con Luis Miguel Barbosa se les cerró la puerta a los dirigentes que sólo sacaban provecho personal y se respaldó directamente al empresariado.

La misma tónica sigue el gobernador Céspedes, porque un principio de la Cuarta Transformación es fomentar el crecimiento con quienes invierten y generan empleos, no con liderazgos patronales de papel.

La representatividad empresarial, descanse en paz. Dejaron de vertebrar a la sociedad como contrapeso por sus ambiciones y mafiosos negocios.