Si algo no ha perdido el presidente Andrés Manuel López Obrador es el pulso de su sucesión.
Una vez expuestas sus cartas: la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el canciller Marcelo Ebrard; y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, empezó a amarrar alianzas con todas/os los 22 gobernadores afines a la causa.
El siguiente paso correspondió al partido Morena. Abrió al voto directo la elección de consejeros y el pasado fin de semana se integró el Consejo Político.
Todos y todas las que llegaron a esas posiciones son del presidente López Obrador. Él quiso que Alfonso Durazo, gobernador de Sonora, relevara en el cargo a Bertha Luján.
La estructura monolítica de Morena, plagada de fundamentalistas, se terminó para dar paso a lo que quedó claro: el partido responde a la ideología y proyecto de la Cuarta Transformación.
¿Y qué es precisamente la Cuatroté?
Pues lo que el presidente quiere sea la concepción del próximo sexenio. No más, no menos.
El partido de Estado de AMLO, como bien lo comentó en Al Portador de la mañana, el maestro José Doger Corte.
Peeero no sólo se trata de la nueva concepción ideológica de Morena, sino que los generales de la batalla en todo el país serán sus gobernadores, a quienes incluyó en el Consejo Político.
A su vez, todas/os los mandatarios pusieron sus fichas para operar lo que en algunos será su sucesión.
Y todo con el visto bueno del presidente con su partido de la 4T.