La reactivación de la defensa del territorio de Cholula

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Lunes por la mañana, camino por los terrenos que circundan la gran pirámide de Cholula, me asombra una enorme plancha de cementó localizada a un costado del ex Hospital Psiquiátrico Nuestra Señora de Guadalupe, del que alguna vez formé parte como personal de apoyo. Dos policías montados sobre sus caballos custodian las obras. La grandeza Cholulteca se encuentra en el subsuelo aun bajo esa plancha de cemento, mientras al exterior, los discursos sobre la modernidad cambian el paisaje y con ello el sentido simbólico del mismo. Camino a discreción observando las obras, luego de recibir información sobre la continuación del proyecto que se había anunciado cancelado. Me pregunto qué va a pasar aquí. ¿Habrá procesos de resistencia, o la población permitirá la continuación del proyecto? Más tarde  las organizaciones no gubernamentales respondieron a esta pregunta.

La incertidumbre respecto al destino de la zona arqueológica de Cholula continúa.  La semana pasada un grupo de vecinos dio a conocer una serie de documentos con los cuales denunciaron que  la cancelación del parque por la cual se manifestaron en contra del gobierno estatal y municipal, había sido un engaño. A través de las redes sociales, integrantes del movimiento Ciudadanos por una Cholula Viva y Digna llamaron a los pobladores de las Cholulas a reunirse la noche del lunes 13 de abril en la Parroquia de San Andrés. En la reunión se determinaron las acciones que llevarían a cabo con la finalidad de reanudar la defensa de los terrenos que forman parte de la zona arqueológica y que desde el año pasado han provocado una serie de procesos de resistencia.

Ante la posible transformación del uso del suelo con la creación de un parque cuyo objetivo es atraer turismo, la población cholulteca enfrentó a los ayuntamientos de San Pedro y San Andrés Cholula. Mostraron su rotunda negativa ante dicho proyecto. Para los Cholultecas su temor principal radicaba en ver afectada su vida tradicional religiosa que tiene por cede central de sus cultos el templo de “Nuestra Señora de los Remedios”, ubicado en la cima de la pirámide que se encuentra justamente en medio de donde estaría localizado el mencionado parque.

Luego de una resistencia y una negativa contundente de la población, que culminó en el encarcelamiento de cuatro activistas (dos de los cuales ya han sido liberados), los ayuntamientos de San Pedro y San Andrés anunciaron la cancelación definitiva del parque. Sin embargo, el pasado lunes seis de abril diversos medios dieron a conocer que el parque no estaba cancelado.

El proyecto Denominado “Obras de mejoramiento urbano, deportivo, de esparcimiento y sustitución de calles, banquetas y andadores en espacios públicos de Cholula”  es un plan turístico del cual se hace cargo directamente la  administración de Rafael Moreno Valle. Dicho proyecto incluye elementos que para la población resultan inauditos por tratarse de obras que serán realizadas directamente sobre el basamento de la pirámide más grande del mundo, por su extensión. Espejos de agua artificiales, piscina, fuentes con iluminación y música, espacios recreativos con mesas, juegos infantiles, ciclo pista, y un recubrimiento de pasto sintético, así como planchas de sementó (una de las cuales ya está casi terminada según pude constatar el día de ayer que recorrí la zona) se conforman como un proceso de cambio de uso de suelo a cuenta gotas, interpretado por los activistas y ciudadanos como un proceso a hurtadillas, con el silencio del ir despacio para que “casi no se note el cambio”.

Otro aspecto que altera a la población es la futura presencia de torniquetes para cobrar el acceso y una malla ciclónica que rodeará la zona. Esto es interpretado por los fieles a la Virgen de los Remedios, patrona de las Cholulas, como un proceso a través del cual están siendo desplazados del lugar que para ellos es el centro de su vida ceremonial.

Organizados para realizar el resguardo del que conciben como territorio sagrado, los pobladores están dispuestos a interrumpir las obras que realiza el Comité Administrador Poblano para la Construcción de Espacios Educativos (Capcee). El proyecto del mencionado parque público tendrá una inversión aproximada de 110 millones de pesos.

Importante es repensar que el proceso de lucha y resistencia en contra de este parque tiene elementos que le hacen diferente a otros movimientos ciudadanos. En primer lugar no se trata de una lucha social con motivos centralmente políticos o económicos. Más bien, se trata de una lucha ideológico-religiosa. Es entonces que intereses en el desarrollo-turismo se enfrentan a los intereses religioso-culturales. No se trata de un enfrentamiento entre “tradición-modernidad”; en el centro del conflicto se observa lo que los marxistas tradicionalmente llamarían “lucha de clases” o bien, lo que el Italiano Antonio Gramsci llamaría “el enfrentamiento entre diferentes visiones del mundo”.

Desde la visión de los gobernantes el parque podrá ser un exitoso proyecto de negocios, además de –en segundo lugar-, conformarse como una estrategia de dignificar el espacio turístico. Se trata de crear un producto turístico que permita la afluencia de turistas y las divisas que ello implica. Pero para la población local se trata de una forma de desplazarlos, de despojarlos de su entendimiento sobre el significado de sus vidas rigurosamente determinado por los ciclos tradicionales-anuales apegados a la existencia de un templo y la deidad que lo habita.

Aun si el templo se respeta y los accesos a las procesiones se mantienen abiertos para subir y bajar de la pirámide y reproducir la vida ceremonial, para los cholultecas la presencia de la dominación estatal a través de mallas ciclónicas es una forma de violencia simbólica. Las mallas, y los torniquetes representan en el subconsciente colectivo una forma de control, sobre su vida ceremonial. Aquí hay que manejarse desde el terreno de lo simbólico y comprender la interpretación que aquello que Bonfil Batalla llamaba “el México Profundo” da a los procesos de la modernidad. Los torniquetes y las mallas pueden producir heridas muy profundas en la identidad cholulteca.