Hay unidad o perdemos el 24, les sentenció Marko Cortés a los panistas poblanos
La advertencia fue dura y directa: o trabajan desde ahora para frenar seis meses de confrontación o van a ser derrotados en la sucesión de gobernador en 2024. Ese fue el mensaje –entrelíneas— que Marko Cortes Mendoza, el presidente nacional del PAN, vino a recetar a los dos bloques hegemónicos en que está dividido el panismo poblano.
El encuentro que ayer encabezó Marko Cortes en el patio central de la sede estatal del albiazul –de la colonia Bugambilias— tuvo la virtud de que, por primera vez, desde que se realizó el proceso interno para renovar a la dirigencia nacional del PAN, se pudieron reunir las dos facciones en que está divido al panismo poblano: la corriente de la exdirigente Genoveva Huerta Villegas y la del edil capitalino, Eduardo Rivera Pérez.
Sentada en la primera fila de sillas y acompañada por el bloque de diputados locales que le son leales, Genoveva Huerta soportó los llamados a que “le den la vuelta a la página de las rencillas”, luego de que la ex dirigente se la ha pasado reclamando, denunciando, que le cometieron un fraude electoral para evitar su reelección –en noviembre pasado—, pese a que ha perdido todas las instancias legales a las que ha recurrido.
Queda claro que con este encuentro de ayer no se borran las rencillas que nacieron –desde el 10 de agosto de 2021—en que el Comité Ejecutivo Nacional (PAN) del PAN parecía querer favorecer a Genoveva Huerta en la renovación de la dirección local del partido, al determinar que en 13 estados, entre ellos Puebla, por un asunto de “equidad de género vertical y horizontal” se decidió que los próximos presidentes del albiazul tenían que ser mujeres.
Sin embargo, con el llamado que este martes hizo Marko Cortés a dejar a un lado la confrontación y a buscar “los equilibrios y la inclusión” dentro del partido, se estaría haciendo la advertencia velada de que, ahora si, podría haber sanciones disciplinarias a quien siga dividiendo al PAN poblano.
Dentro de ese esfuerzo por lograr la unidad, surgió un primer compromiso: que los diputados locales –que en su mayoría controla Genoveva Huerta Villegas—tengan comunicación con los alcaldes de sus distritos, que en su mayoría simpatizan con Eduardo Rivera.
Y viceversa, que los ediles hagan participes a los legisladores de los proyectos, las decisiones y conflictos que enfrentan.
Ese llamado viene a responder a los reclamos que han surgido en las últimas semanas:
El bloque de Eduardo Rivera se ha quejado ante el CEN albiazul que a fracción local del PAN no colabora con los ayuntamientos panistas.
Para muestra basta un botón: los legisladores del partido de derecha no respaldaron a los ayuntamientos de San Andrés Cholula y de la capital en la aprobación del polémico cobro de derecho sobre alumbrado público, pese a que la petición surgió del edil Eduardo Rivera Pérez y después, se sumaron más de 140 ediles –de diferentes expresiones políticas—a quienes si les autorizaron dicho recurso.
También se sabe que Genoveva Huerta se ha quejado amargamente –con Marko Cortes y otros miembros del CEN blanquiazul– que ella accedió a que Eduardo Rivera Pérez y Edmundo Tlatehui fueran los candidatos del PAN a ediles de Puebla y San Andrés Cholula, respectivamente, y que después ambos panistas cuando ya eran alcaldes se portaron muy rudos con ella.
La ex presidenta estatal del PAN perdió la elección interna del partido por la operación político-electoral que hicieron los grupos de Rivera y Tlatehui.
En el encuentro de ayer, la primera en retirarse de la reunión del albiazul fue Genoveva Huerta Villegas, como una muestra de que no acaba de aceptar el llamado de que se borren las rencillas.
Es entendible su malestar e incomodidad, ya que la morenovallista ya perdió casi todo su capital político: ya no dirige al partido, la ignoran los alcaldes panistas en el estado y le han dado la espalda, la mayoría de diputados federales y miembros de los comités municipales del blanquiazul.
Quien acabó feliz fue Augusta Valentina Díaz de Rivera, ya que en todo momento hubo un evidente espaldarazo de Marko Cortes.
En todo momento llamó a Díaz de Rivera como “la jefa Tití”, como una manera de demostrar que se acabó su afinidad por Genoveva Huerta Villegas, aunque ésta última colaboró en la reelección del dirigente nacional del PAN.
Así es la política partidista de cambiante y de ingrata.
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