La hora de la verdad para Eduardo Rivera
En política, un minuto puede ser una eternidad, y una semana, un suspiro. Eso debe tenerlo claro el ex presidente municipal de extracción panista Eduardo Rivera Pérez, y quien lo sucedió en el cargo, el ex gerente de la ciudad Adán Domínguez, que la semana previa encabezó el último acto propagandístico del trienio que comenzó en 2021, envuelto en una enorme expectativa.
Y lo será porque el grupo político del panista que hace campaña con Jorge Romero en la búsqueda de la dirigencia nacional está por enfrentar una tormenta perfecta, alimentada por un conjunto elementos que vistos en retrospectiva, confirmarán que el año más dificultoso para un gobierno de tres años, es el cuarto.
Rivera Pérez se ha distinguido por rodearse de un grupo ortodoxo de panistas a cuya cabeza está la actual presidenta del Comité Estatal, Augusta Díaz de Rivera; el actual coordinador de la bancada en el Congreso local, Marcos Castro; y Enrique Guevara, funcionario a punto de dejar su responsabilidad como servidor público en el ocaso del gobierno de la capital.
En cambio, los adversarios a la cabeza de ese grupo parecen multiplicarse a medida que avanzan los últimos siete días de gestión gubernamental, entre quienes se encuentran hasta quienes orgánicamente han formado parte de ese proyecto político y de Gobierno, como el rector de la muy conservadora Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, Emilio Baños Ardavín.
El ex candidato a gobernador deberá comenzar a pagar las facturas que quedaron pendientes resultado de un Gobierno municipal de claroscuros. A los múltiples pendientes que deja el gobierno de la ciudad que había ofrecido corregir el rumbo tras la desastrosa gestión de Claudia Rivera Vivanco, habrá que añadir la diatriba política.
La ex panista y actual diputada local por el Verde, María de la Barreda, ya anticipó que habrá lupa sobre el programa estrella del ex presidente municipal, para pavimentar mil calles en un momento en el que como broma de mal gusto, existe una cantidad incuantificable de baches y desperfectos con los que todos los días tienen que lidiar autos de todo tipo, desde el de alta gama hasta los modestos autos de clase media baja.
Aunque los principales servicios de la ciudad funcionaron relativamente bien, hay obsolescencias que no pueden disimularse ni con la campaña de contención más ingeniosa, como un sistema de semaforización cada vez más obsoleto para permitir movilidad y flujo vehicular en una ciudad con de 1 millón 300 mil automotores.
El aumento de la inseguridad en la capital y zona metropolitana, forma parte de esas deficiencias que tampoco se pueden soslayar. Aunque está claro que el robo de vehículos, autopartes, robo a transeúnte y ejecuciones no son de hace tres años, la autoridad municipal ha dado muestras de ineficiencia.
No son pocos los adversarios dentro y fuera de Acción Nacional dispuestos a cobrar revancha una vez que Rivera y Domínguez hayan bajado la cortina el próximo 14 de octubre como está previsto para entregar la estafeta a su sucesor, Pepe Chedraui Budib, el 15 de octubre.
En paralelo, corre una carrera por la dirigencia del PAN luego de la alianza bochornosa que trabó con dos partidos que resultaron más un lastre que una verdadera oportunidad para pelear con solvencia por el poder en la elección de junio pasado.
Eduardo Rivera Pérez fue candidato a gobernador por esa triada fracasada de partidos que ahora se lame las heridas, mientas su ex candidato va por todo: quiere formar parte de la dirigencia nacional panista y al mismo tiempo, administrar la sucesión en la dirección estatal para imponer a uno de los suyos.
El camino está cuesta arriba. Eduardo Rivera olvida una máxima en política que dice que los amigos son de mentiras y los adversarios, son de verdad.
@FerMaldonadoMX