Reconciliación, el gran pendiente

Ya sin el fantasma de la inusitada violencia de la elección concurrente de 2018, seis años después, la jornada de este 2 de junio quedó prácticamente resuelta al mediodía del domingo, y sin algún sobresalto que pusiera en duda el conteo de votos al cierre de las casillas, y las distintas etapas procesales de una elección de las dimensiones como la nuestra.

Al desbordado entusiasmo por la participación ciudadana desde antes de la apertura de las más de 2 mil casillas en el territorio, vino la interrogante generalizada y justificada. Con una participación que rondaba un histórico 70 por ciento del padrón, la constante era aventurar sobre el destino de ese voto mayoritario, y en consecuencia, al ganador de la contienda.     

La duda quedó esclarecida con las primeras horas de la mañana y con los dos primeros cortes de las encuestas rápidas a las 10:00 y 11:00 de la mañana, se estableció una clara ventaja para quien a lo largo de la campaña fue ubicado a la cabeza de las preferencias según determinaron las empresas encuestadoras: Alejandro Armenta.

Los datos que de a poco se fueron conociendo según avanzada la jornada de domingo explicaron las palabras de quien, según datos preliminares, podría convertirse en el ganador de la contienda según determinen los órganos electorales en los próximos días, una vez se haya bajado el calor propio de la fiebre del momento.

Llamó el aún candidato de la coalición Sigamos Haciendo Historia a la reconciliación, la necesidad de poner fin a la polarización política una vez que se haya terminado la batalla por el cargo público más importante al que quiera aspirar cualquier político profesional que se precie.

No es extraño que en un perfil como el que corresponde a Armenta, o el que también obedece a su principal adversario, el panista Eduardo Rivera, el primer llamado haya sido a dejar de lado el incendiario discurso de campaña para dar paso al de la mesura, aplomo y sensatez una vez pasada la batalla.

Profesionales de la política, ambos saben que gobernar un estado dividido, confrontado y violento entraña dificultades mayúsculas que, de no ser atendidas, se pone en riesgo la estabilidad política, la gobernabilidad y la viabilidad de todo proyecto político. Comenzar una gestión de gobierno desde la confrontación no es lo más saludable para nadie, menos para quien enarboló el concepto del humanismo mexicano.

El número de señales que apuntaban a una definición temprana estaba más en la conducta y actitud de los equipos de campaña de los contendientes que en los datos que derivaron de los estudios demoscópicos ya conocidos y que tantas cejas levantaron en la sesión del Consejo General del Instituto Electoral del Estado.

El representante del Partido de la Revolución Democrática ante el Consejo General del IEE, Enrique Rivera Martínez acusó a este reportero junto a los colegas Viridiana Lozano y a Arturo Luna, de actuar como “mercenarios” porque seguramente nos pagaron por la publicación de resultados de tendencias antes de las seis de la tarde.

Las expresiones desaforadas, sin más datos que desde el enojo y la frustración se pueden entender entre quienes formaron pate de la coalición PRI-PAN-PRD porque en la arena política todos entregaron todo. Es ahí en donde deberá profundizar en el trabajo de reconciliación para terminar con la descalificación que ahonda la brecha y el impulso por el exterminio.

 

@FerMaldonadoMX

 

clh