Genoveva Huerta, glotonería panista

La dirigencia nacional panista ha recibido varias llamadas de alerta y por diferentes vías sobre la inconveniencia de mantener a Genoveva Huerta Villegas como presidenta del Comité Directivo Estatal.

Sin embargo, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Marko Antonio Cortés Mendoza, ha optado por no atender ni oír esas peticiones, pensando más en su proyecto personal que en la unidad y fortalecimiento del PAN en la entidad.

Marko Cortés tiene a Genoveva Huerta como aliada en Puebla porque cree que con su ayuda podrá sacar a los candidatos a diputados federales que él quiere, aunque no sean del agrado de la militancia, y porque está convencido que ésta lo apoyará en su proyecto de reelección pasadas las elecciones de 2021.

Sin embargo pierde la perspectiva que la conducción de Genoveva Huerta está resultando desafortunada al no generar consensos al interior del partido, ni sumar a militantes y simpatizantes bien posicionados o con liderazgo social.

En aras de mantener el control del PAN, ha optado por hacer del Comité Directivo Estatal una especie de club de amigos e incondicionales, comenzado por su pareja Irving Vargas Ramírez al que primero nombró secretario o asesor jurídico y luego representante del partido ante el Instituto Electoral del Estado, donde también cobra.

Genoveva ha marginado de la dirigencia y el Consejo Estatal a cuadros panistas representativos para privilegiar a militantes de su grupo o del interior del estado sin ninguna proyección y liderazgo, lo que explica por qué nadie sale a defenderla de las críticas del gobernador Miguel Barbosa, ni de los señalamientos de corrupción en que se ha visto envuelta, y por qué algunas de sus acciones, como la consulta a la militancia y sus conferencias de prensa tienen tan escaso eco entre la militancia, medios de comunicación y la población en general.

Entre los panistas de la capital nada bien ha caído su pretensión de convertirse en la candidata del PAN a la presidencia municipal de Puebla, ni su campaña negra que descalifica a Eduardo Rivera Pérez como el Plan de B del gobernador Barbosa a la alcaldía, ni su permanente boicot al dirigente del Comité Directivo Municipal, Jesús Zaldívar Benavides, que a diferencia de ella ha buscado sumar a figuras de distintas corrientes.

Y tampoco la opacidad con que se ha conducido y con que ha manejado el financiamiento público recibido este año por el Instituto Electoral del Estado (IEE). Para la militancia panista es todo un misterio en qué se ha gastado Genoveva Huerta los 32 millones de pesos que hasta agosto ha obtenido por concepto de prerrogativas y en qué se gastará los casi 18 millones de pesos que recibirá en lo que resta del año.

Lo único que a los panistas les queda claro es que su dirigente estatal no esté abonando a la unidad del partido, ni a la construcción de acuerdos y alianzas con los dirigentes de otros partidos de cara a las elecciones intermedias de 2021, ni generando las condiciones necesarias para que el PAN encabece un bloque opositor amplio que logre quitarle a Morena la mayoría del Congreso del estado y los principales ayuntamientos que hoy gobierna.

Allá Marko Cortés y su proyecto de reelegirse, aun sacrificando la unidad y el fortalecimiento de su partido en Puebla.

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