Dinero ilegal y elecciones en Puebla

¿Cómo llamar a un sistema electoral como el mexicano o el poblano donde los gobernantes no surgen, en estricto sentido, de una elección democrática, sino de un sofisticado proceso de manipulación electoral?

¿Qué Reforma Electoral tendría que hacerse para que las elecciones las ganaran los candidatos mejor evaluados o con el más amplio respaldo popular, y no maquinarias y estructuras electorales financiadas con dinero ilegal, capaces de inclinar la balanza manipulando o movilizando clientelas o electores que venden su voto al mejor postor?

¿Qué sentido tiene fijar topes de campaña y destinar millones de pesos al financiamiento público de partidos políticos y otros tantos millones a la vigilancia y fiscalización de sus gastos, si al final los topes no se respetan y el dinero bajo la mesa representa 15 o hasta 25 veces más el financiamiento legal autorizado, y los responsables de estos abusos y excesos jamás son sancionados?

¿Podrán los operadores electorales del gobernador Luis Miguel Barbosa ganar los comicios intermedios de 2021, como lo hicieron aquellos que en 2019 actuaron a su favor en las elecciones extraordinarias de junio pasado, tras la sorpresiva muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso?

¿Quién será en la Cuarta Transformación poblana el ingeniero electoral estrella, es decir el Efraín Trujeque de Guillermo Jiménez Morales, el Pepe Alarcón de Mariano Piña Olaya, el Morfín Patraca de Manuel Bartlett, el Omar Blancarte de Mario Marín y el Eukid Castañón de Rafael Moreno Valle?

De los tres libros de la serie Dinero ilegal y elecciones en Puebla que hoy nos convocan en esta presentación a distancia gracias al internet y las redes sociales pueden decirse y reflexionarse muchas cosas, dependiendo del tema y el tomo a discutir.

Si nos centramos en el libro 1, diremos que se trata de una investigación que con base en la metodología de María Amparo Casar y Luis Carlos Ugalde en su obra “Dinero bajo la mesa. Financiamiento y gasto ilegal de las campañas políticas en México” analiza los gastos de campaña de los contendientes a la gubernatura de Puebla en 2018, Martha Erika Alonso y Luis Miguel Barbosa y sus respectivas coaliciones.

Y al mismo tiempo una crónica de cómo los hechos de violencia ocurridos durante la jornada electoral de ese domingo 1 de julio no sólo no se investigaron, sino quedaron impunes, y cómo los sufragios que no se computaron en 59 de las 154 casillas violentadas pudieron cambiar el desenlace de esa histórica y controversial elección, que terminó resolviéndose a favor de la esposa de Moreno Valle en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por 4 votos a favor y 3 en contra.

Sergio Mastretta dice, según sus propias estimaciones, que los sufragios no registrados de esas casillas violentadas rondan los 110 mil. Vale la pena recordar, sólo para contextualizar, que la diferencia de votos entre Martha Erika y Barbosa en los comicios de 2018 fue de apenas 122 mil.

El libro 2, coordinado por Alejandro Guillén, es una descripción pormenorizada de cómo en México existe una floreciente industria del voto que opera desde hace 40 años y de cómo los gobernadores de Puebla, al margen del partido o partidos que los hayan postulado, crean y manipulan sus clientelas según les convenga, ya sea para ganar una elección, poner sucesor, eliminar un adversario, o para castigar o premiar a determinado instituto político.

De los cinco ensayos de este tomo, quiero detenerme en el tercero de Abayubá Duché y Francisco Gutiérrez, ya que ejemplifica el nivel de sofisticación de los ingenieros electorales para que determinadas secciones rurales que en 2018 votaron mayoritariamente por Martha Erika Alonso, en 2019 lo hicieran por Luis Miguel Barbosa; por que ilustra la fragilidad de partidos como PRD y Movimiento Ciudadano que en 2019 se desfondaron o fueron desfondados por quienes 11 meses antes los inflaron, fenómeno contrario a lo que sucedió con el PT y el PVEM que en las elecciones extraordinarias le aportaron en conjunto al candidato de la colación Juntos Haremos Historia más de 217 mil sufragios, determinantes para su victoria sobre Enrique Cárdenas.

No puedo dejar de mencionar el trabajo de mi colega Jorge Machuca que retrata el uso faccioso de la publicidad oficial, como instrumento de promoción personal, control de medios y para premiar lealtades y castigar críticas durante el gobierno de Moreno Valle, y el vergonzoso papel de periódicos y directores que sin escrúpulos se han puesto al servicio del mejor postor y sin ningún rubor alaban al que antes denostaban, y viceversa.

El libro 3 es el más periodístico, pues bajo la técnica de la entrevista noticiosa analiza a partir de distintos testimonios cómo los gobernantes, independientemente del partido al que pertenezcan, han convertido las elecciones en un asunto de Estado, la historia de los operadores electorales que dejaron de ser mapaches, alquimistas o roba urnas para transformarse en ingenieros electorales, y el nivel de especialización de éstos al grado de voltear una elección para ganarla por escasos tres puntos o saber en qué distrito, municipio y sección electoral hay que inyectar unos votos adicionales o movilizar 30, 40 o 50 votantes que pasen inadvertidos pero reviertan una tendencia negativa.

También presenta una radiografía del extinto Rafael Moreno Valle desde que llegó al gobierno de Melquiades Morales como secretario de Finanzas y Desarrollo Social, de su grupo compacto, de la estructura que fue construyendo y transitó del PRI al PAN, y del que fuera su cuñado, coordinador de campaña y secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla, y de éste como usufructuario de parte de esa estructura para ganar elecciones en provecho del actual gobernador del estado.

En sus entrevistas, el periodista Sergio Mastretta consigue que los ingenieros electorales le digan cuánto dinero se necesita para ganar una elección cerrada para gobernador en Puebla: ¡mil millones de pesos!

El tope de gastos de campaña fijado por el Tribunal Electoral del Estado de Puebla para los comicios de 2018 fue de 42.9 millones de pesos.

Martha Erika reportó que en esa elección sólo se gastó 22.5 millones, el 52.4% del tope, y Miguel Barbosa 9.9 millones de pesos, es decir el 23% del tope.

Los operadores electorales le dijeron a Mastretta que la inversión de una campaña para diputado asciende a 50 millones de pesos por distrito, siendo que el salario de cada uno los 41 legisladores del Congreso del Estado incluyendo dieta, apoyos legislativos, aguinaldo y prima vacacional asciende a 2 millones 305 mil pesos al año.

¿Quién que va a ganar 7 millones de pesos en 3 años se gasta 50 millones en una campaña de diputado?

Y cómo a veces el dinero es insuficiente para dejar heredero en la gubernatura, si el candidato elegido se enfrenta a otro que además de conocido es bien percibido y aceptado socialmente, como ocurrió en la sucesión de Manuel Bartlett en 1998 cuando éste quería imponer a José Luis Flores y perdió la partida frente Melquiades Morales Flores y su red de más de mil compadres a lo largo y ancho del territorio poblano.

Por cierto, un detalle que hay que corregir en el libro 3 es el nombre del grupo de Melquiades. Se denomina 24 de Mayo, y no 28 de Mayo.

Los tres libros que hoy comentamos son también un triste recuento de cómo la democracia mexicana, a pesar de la alternancia en la presidencia de la República, los congresos, las gubernaturas y presidencias municipales, no mejora ni corrige las peores prácticas y vicios del príato, como el autoritarismo, el clientelismo y el acarreo, el uso faccioso de las instituciones y recursos públicos, el patrimonialismo y la simulación de la vida democracia nacional.

*El texto arriba presentado es un fragmento de los comentarios hechos por el autor de este blog en la presentación de los libros de la colección Dinero ilegal y elecciones, de la organización Puebla contra la Corrupción y la Impunidad, la cual tuvo lugar este martes a través de Facebook

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