Con la novedad que en los bachilleratos y preparatorias particulares del sistema educativo estatal, especialmente de la capital, hay una gran resistencia de directores y profesores para aprobar a todos sus alumnos aunque sea con 6 de calificación.
Tal disposición del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta no está siendo bien recibida por decenas de profesores que argumentan que durante la contingencia hubo estudiantes que no realizaron ninguna actividad e incluso se ausentaron de las clases en línea y ahora los tienen que pasar.
El malestar es también de directores y dueños de bachilleratos privados, ya que no podrán cobrar derechos por expedición de certificados a los alumnos que egresan de educación media superior, aunque éstos tengan adeudos, ya que la SEP los hará digitales para todos los que estaban en tercer año o en el último semestre.
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Una funcionaria del gabinete del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta que prácticamente ha pasado de noche, por su falta de resultados y porque su desempeño raya en la mediocridad es la titular de la Secretaría de la Función Pública, Laura Olivia Villaseñor Rosales.
De entrada hay que advertir que su desempeño está subordinado a lo que diga otra secretaria del gabinete que la propuso como contralora al Ejecutivo del estado.
Su mayor logro —y no es exageración— es haber corrido o despedido a los coordinadores y directores que laboraban en la extinta Secretaría de la Contraloría por suponer que eran espías o posiciones encubiertas de los gobernadores Rafael Moreno Valle, José Antonio Gali Fayad o Guillermo Pacheco Pulido, y haber llenado la dependencia de fuereños, principalmente de la Ciudad de México.
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