La fantasmal Ciudad Modelo que nunca lo ha sido, ni lo será

La abrogación del fideicomiso que creó la Ciudad Modelo, en perjuicio de cinco municipios de la zona de la planta automotriz Audi, está más que justificada en función de sus pésimos resultados.

A estas alturas la llamada Ciudad Modelo debería tener al menos 5,000 viviendas, 20 mil habitantes, 20 mil trabajadores entre la planta Audi y sus empresas proveedoras y de servicios, y 6,500 estudiantes, según los objetivos del Plan Maestro.

Sin embargo, la realidad es muy diferente.

La llamada Ciudad Modelo, creada en el sexenio de Rafael Moreno Valle, es un pueblo fantasma de no más de 597 viviendas, 5 mil 800 trabajadores, 1 mil 848 estudiantes y 310 habitantes que se aburren porque no hay nada qué hacer ahí después de que salen de laborar.

Los municipios comprendidos en el fideicomiso de la Ciudad Modelo son San José Chiapa, Nopalucan, Lara Grajales, Soltepec y Mazapiltepec.

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Un personaje icono del morenovallismo que ha guardado un cómplice silencio frente a la embestida del gobierno de la 4T en contra de los ex gobernadores Rafael Moreno Valle y José Antonio Gali Fayad, de los que tanto se benefició económicamente, es el coordinador de la llamada bancada independiente de la LX Legislatura del Congreso del estado, Marcelo García Almaguer.

Chelo no sólo ha hecho mutis ante las críticas y acusaciones de corrupción lanzadas por el gobernador Miguel Barbosa y el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso, Gabriel Biestro, en contra de quienes fueron sus jefes, sino que ahora hasta les ofrece su apoyo.

No hace mucho, García Almaguer tachaba a Miguel Barbosa de mentiroso y afirmaba que en memoria de la desaparecida gobernadora Martha Erika Alonso construiría desde Acción Nacional un proyecto de Estado democrático.

Hoy, el legislador “independiente” le escribe a Miguel Barbosa que los diputados locales que pastorea lo apoyarán en aquellos proyectos que beneficien a los poblanos, al tiempo de expresarle su confianza por el inicio de un gobierno que impulse con fuerza y celeridad la reconciliación que ofreció en campaña.

Tantita congruencia, por favor.

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A reserva de que en los próximos días le amplíe la lista de gandallas que quitaron algunos personificadores de las butacas de invitados especiales, para ocupar lugares que no les correspondían en la ceremonia de toma de posesión de Miguel Barbosa Huerta, en el Auditorio Metropolitano, le adelanto dos nombres: Erika Díaz, del Consejo Taxista del estado y su escudero, protector y quien sabe qué más Leobardo Soto Martínez.

Erika Díaz se fue a sentar en la fila dos, en un asiento que en realidad era de un senador, y Leobardo Soto junto a Graciela Palomares, cuando ninguno de los dos tenía esos lugares.

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