Enrique Cárdenas: pros y contras

Vaya sorpresa que dio el CEN del PAN con la designación del ex rector de la Universidad de las Américas (Udlap) y ex director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), Enrique Cárdenas Sánchez, como su candidato a la gubernatura de Puebla, en alianza con otros partidos como el PRD y MC.

Su candidatura es una buena noticia, porque de entrada garantiza que el candidato que surja de Morena —que todo indica será Luis Miguel Barbosa Huerta— sí tendrá quién le dispute la gubernatura en las elecciones extraordinarias del 2 de junio.

Y porque si Barbosa de verdad quiere ganar y obtener un triunfo contundente en las urnas tendrá que emplearse a fondo, cuidar de quienes se rodea, quiénes de los que se han sumado por oportunismo a su proyecto —como Javier López Zavala, Ardelio Vargas Fosado y Gerardo Islas Hernández— en realidad le restan, y esmerarse por integrar un equipo con gente conocida y reconocida por sus méritos profesionales y sus capacidades en la administración o el servicio público.

La competencia es buena porque impulsa la innovación y porque motiva a los competidores a ser más creativos y a dar lo mejor de sí. Por eso creo que la candidatura común de Enrique Cárdenas a la gubernatura es una buena noticia para el proceso electoral en marcha y para el propio Miguel Barbosa que parecía iba en caballo de hacienda y sin contrincantes competitivos para la gubernatura.

Cárdenas tendrá que remar contra corriente, hacerse de un buen equipo de operadores electorales de tierra y garantizar representantes en la totalidad de las casillas, pero además ganar rápidamente conocimiento y penetración y construir un discurso alternativo al enarbolado por el presidente López Obrador y que conecte con la ciudadanía decepcionada de los partidos, incluidos los que respaldan su candidatura común.

Y para eso va a necesitar de expertos de tiempo completo, los académicos, intelectuales y activistas que lo apoyan hacen ruido pero no ganan elecciones, pero sobre todo de dinero, de mucho dinero, que quién sabe de dónde y cómo lo sacará.

Cárdenas y los suyos deben saber que los comicios se ganan con dinero, y con operación de aire y tierra. Las propuestas viables y los buenos discursos ayudan, pero no sustituyen lo anterior, y menos a estas alturas que parece haber una cargada, como en los viejos tiempos del PRI, a favor del candidato de Morena, Luis Miguel Barbosa.

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A quién de plano no le cayó, pero nadita bien, la designación de Alberto Jiménez Merino como candidato del PRI a la gubernatura de Puebla, es al dirigente estatal de la CTM, Leobardo Soto Martínez.

Tan pronto supo que el ex diputado federal y ex delegado de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) fue nombrado candidato, lo descalificó con adjetivos y frases como estas:

Marinista de cría. ¡Qué estamos locos! Perdimos la cabeza. Qué nos pasa. Seamos serios. Se avecina la peor derrota para nuestro partido en Puebla.

Contradictoriamente, el líder cetemista aseguró a los ex diputados pertenecientes a un grupo de WhatsApp que administra el ex presidente en la Cámara Baja en la anterior Legislatura federal, Jorge Carlos Ramírez Marín, quien actualmente es senador de la República, que la carta más competitiva del PRI para estas elecciones extraordinarias era Enrique Doger Guerrero.

Sí, el mismo priísta a quien Leobardo Soto descalificó en los comicios locales de 2017 cuando se apostó por el subsecretario de la Semanat, Juan Carlos Lastiri Quirós, como abanderado del PRI a la gubernatura de Puebla.

Ahora sí que quién lo entiende.

Las descalificaciones de Leobardo Soto a Jiménez Merino ya fueron reportados a la presidenta del CEN del PRI, Claudia Ruiz Massieu, por los integrantes del Grupo Renovación con una petición muy concreta: sancionar las recurrentes traiciones de Leobardo Soto, primero como aliado de Moreno Valle y ahora como francotirador de su candidato a la gubernatura.

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