“No todo lo que brilla es oro"

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El cultivo de papa se ha convertido en una de las principales actividades económicas de Tlatlauquitepec y la región; debido a sus requerimientos de suelo y clima, hasta hace algunos años solo se sembraba en la Junta Auxiliar de Oyameles donde por generaciones, se han dedicado a la cada vez más próspera cadena productiva de la papa, sus habitantes pasaron de cultivarlas a intermediar en su comercialización, establecimiento de bodegas en centrales de abastos del país, transporte e industrialización; en la actualidad hay una gran demanda de terrenos para su cultivo, se siembra desde las zonas altas hasta las comunidades centrales y municipios vecinos, cada ciclo se usan más químicos. Las papas vienen aparejadas con una importante derrama económica, cultivo alterno y reactivación de terrenos abandonados, pero también de especulación en el precio de renta de parcelas, desgaste y contaminación de suelos, daños a otros cultivos (algunos químicos para el control de plagas son muy agresivos) y alza en la comisión de delitos del orden común, secuestro, extorsión y robo.
El ciclo de cultivo es de noventa días, con variaciones menores según la especie, requieren una enorme cantidad de agua y se adaptan mejor al frio, son susceptibles a las plagas y su peor amenaza son las heladas. Desafortunadamente, no existen datos oficiales anualizados o mediamente actuales sobre el tema; entre las causas, el nulo esfuerzo por parte de las autoridades para encausar la producción; resistencia y desconfianza de los productores a reportar cambios de cultivo, falta de registro y regulación de contratos de aparcería, entre otros.
¿Cuál es la novedad con las papas?
¿Por qué se ha convertido en una especie de fiebre del oro?
La derrama económica es la razón por la que me pareció importante compartir algunos números, se trata de cálculos personales (insisto, las cifras oficiales son antiguas, poco confiables o inexistentes).
El cultivo de papas es oneroso, los costos de inversión de los productores en pequeño oscilan en los setenta mil pesos por hectárea, estos pueden variar si se trata de parcela propia o rentada, 100% de temporal, con riego intermitente o permanente, pago de mano de obra o trabajo familiar, herramientas con que se cuenta (tractor, yunta, vehículos, etc.). En 2015 sembrar una hectárea representó una inversión de alrededor de $55,000.00, en 2016 se incrementó a $60,000.00 y en 2017 fue del orden de los $70,000.00, consecuencia de la inflación e inestabilidad de los mercados; la utilidad aproximada es de 60% margen interesante para cualquier actividad económica, ahora bien, si lo multiplicamos por las hectáreas sembradas en el municipio y la región, creo ser conservadora cuando digo que este año se sembraron unas 8 mil hectáreas en la zona, tenemos entonces que la derrama económica es del orden de $560,000,000.00 si, aproximadamente quinientos sesenta millones de pesos por ciclo, cabe considerar que los grandes productores siembran 2 y hasta 3 veces al año, hagamos cuentas. Se sabe que un solo productor del municipio siembra 700 hectáreas, otro dicen, sembró 300 y así, entre mitos y verdades transcurren uno y otro ciclo de la fiebre de las papas. Por los pueblos se ven circular camionetas pickup de lujo con música de banda a todo volumen (fácilmente pasarían por narcos) los paisanos platican de secuestros y extorsiones, ni hablar del incremento en los robos.  Todo el mundo quiso o quiere sembrar papas (incluida quien escribe).
El 2015 fue un año muy bueno dicen los productores de toda la vida, el precio promedio de venta ese año fue de $210.00 la caja, en 2016 el precio no fue tan alto y hubo una helada que quebró a muchos de los pequeños y medianos (este año se endeudaron para recuperarse), quienes tienen riego abrieron las llaves y pudieron contrarrestar los efectos, el precio promedio fue de $150.00, en este ciclo 2017 hubo sequía, le falto desarrollo a la planta y al tubérculo, el precio anda regular quizá el promedio termine en $180.00 aún no se sabe, la cosecha está en curso. Una parte del dinero queda en los intermediarios, comercializadores de químicos y fertilizantes, transportistas y bodegueros, ni hablar de Barcel y Sabritas, ellos no pierden, desde luego a los municipios les va bien, si hay dinero del campo mejora la economía regional en general.
 
Para nadie es un secreto que durante el sexenio pasado en el Estado de Puebla, prácticamente se desmanteló la secretaría del ramo, se operó prácticamente con recursos federales, la subsecuente fusión de entidades que resultó en el hibrido que es hoy la Secretaría de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial es un desastre, los recursos se usaron en elecciones, obras caras e ineficientes, beneficios directos para los amigos y aliados políticos, las “políticas públicas” implementadas fueron casi una broma (baste recordar los inservibles motocultores), el actual gobierno tiene muy poco tiempo y ratificó al titular, el secretario es licenciado en relaciones internacionales y politólogo, sin duda preparado, pero un perfil alejado de la agricultura, por decir lo menos. En fin, los productores se encuentran a la deriva; trabajamos duro y arriesgamos para sembrar, pero estamos a expensas de la naturaleza, de la inflación y del desconocimiento y desinterés de las autoridades, algunos prefieren que el gobierno ni asome la nariz.
No debería ser un tema menor, solo hay que ver los números, en octubre-noviembre al inicio del próximo ciclo veremos incrementarse las hectáreas sembradas de papa, este ciclo que concluye en la Sierra Nororiental se sembró en Tlatlauqui,  Zaragoza, Atempan, Hueyapan, Yaonáhuac, Teteles, Zacapoaxtla, por mencionar algunos. Es fundamental que los tres órdenes de gobierno se pongan a trabajar, hace falta escuchar a los productores, darles apoyo y acompañamiento, diseño de políticas públicas modernas y eficientes que mitiguen los daños por químicos, esquemas de seguros, etc.
Por el bien de la economía y salud de la región, ojalá que alguien escuche!