El desliz de Myriam Galindo: el adiós a la candidatura
Hasta hoy, la distinguida panista Myriam Galindo había navegado con bastante suerte por las encrucijadas de su atribulada vida política.
Primero, cuando fue diputada, los señalamientos sobre tráfico de influencias que culminaron en su desprestigio y el consecuente destierro de la cúpula local.
Pero el Morenovallismo fue piadoso con quienes le sirvieron bien.
A Myriam, por ejemplo, se le dio la oportunidad de un nuevo comienzo en Izúcar.
Al frente de la Universidad Tecnológica no dio una. Era la cabeza ausente de una institución que, hoy se sabe, es parte de una serie de triangulaciones ilegales de dinero.
Ahondar en el origen y destino de las facturas por más de 5 millones de pesos otorgadas al gobierno del estado con una burda justificación incompatible con la naturaleza de una institución de educación tecnológica no es tema de esta columna.
Si lo es el destino de la rectora que advirtió tan viles actos de corrupción y los dejó pasar.
Tampoco es noticia que Myriam pretende regresar de su destierro como candidata a diputada federal por este distrito, la incógnita es si después de este bochornoso “malentendido” tendrá el descaro de sacudirse las críticas, las miradas insidiosas, las preguntas incómodas de la prensa y seguir adelante.
Se sabe también que en el ocaso de su poder, el Morenovallismo indultará a Galindo.
Y a muchos otros pillos de poca monta.
No podía ser de otra manera. A nadie conviene destapar la cloaca. El río de estiércol puede salirse de control y el hedor podría lastimar la sensibilidad de ciertos habitante de Casa Puebla.
Y es que al PAN se le acaban las opciones. Reciclar candidatos ya no es negocio, el electorado está harto de que los pupilos de Salvador Escobedo se entreguen las candidaturas unos a otros.
Aunque pensándolo bien, Myriam podría ser parte de un último movimiento maestro: la entrega, por segunda vez, de este distrito a la inefable Antorcha Campesina.
Sí. Enviarla a perder.
Nadie más podría aceptar esta tarea kamikaze. Nadie que tenga dos pesos de integridad y un futuro por delante.
Ya veremos.