La #PueblaIntolerante

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Otra vez la barbarie se ha hecho presente en Puebla y otra vez, salida de la intolerancia. La madrugada del viernes, 11 integrantes de una familia fueron asesinados en el municipio de Coxcatlán, en los límites de Puebla y Oaxaca, la misma región donde el año pasado fueron linchados dos encuestadores enviados desde la Ciudad de México.

Ahora, se dice, la violencia surgió de problemas religiosos que tenían ya un antecedente grave, el desplazamiento de las víctimas desde su comunidad de origen, y todo por no comulgar con la religión católica.

No es el único caso que se ha presentado en Puebla derivado de la intolerancia religiosa. Desde décadas atrás los medios de comunicación se han encargado de documentar los hechos que van desde discriminación, agresiones, linchamientos, ejecuciones y los propios desplazamientos. 

Uno de los casos en los que tuvo que intervenir la Secretaria General de Gobierno ocurrió en el 2013, cuando un grupo de evangélicos originarios de Santa Rita Tlahuapan revelaron que eran obligados a pagar cuotas hasta de 30 mil pesos para enterrar a sus muertos y aportar cooperaciones extraordinarias para la comunidad, por no apoyar en la fiesta patronal.

Otro fue documentado por la corresponsal Cecilia Espinoza, en la región de San Martín Texmelucan, referente a lo ocurrido en San Rafael Tlanalapan entre 2011 y 2014, cuando el párroco de la comunidad azuzó a la población para agredir a un grupo de cristianos que se congregaban a unas cuadras del templo católico. El conflicto derivó en el desplazamiento de al menos seis familias y en la reubicación de la sede para las ceremonias cristianas, a las afueras de la comunidad.

En 2013 también fue difundido en medios locales las agresiones en contra de evangélicos del municipio de Acteopan, casi en límites de Puebla y Morelos, donde las autoridades ordenaron el corte de servicios de agua y luz, en contra de el grupo de familias contrarias al catolicismo, además de impedir que los hijos de las familias de éstos acudieran a la escuela pública.

La intolerancia religiosa ha sido motivo, en muchos de los casos, incluso de migración. Un estudio publicado en 2005 por Olga Odgers Ortiz, investigadora del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, dio cuenta de estos desplazamientos o bien, de las diferenciaciones que se dan en el entorno social, cuando un grupo de inmigrantes en los Estados Unidos deciden dejar atrás sus raíces religiosas.

El estudio fue titulado "Migración e (in)tolerancia religiosa: aportes al estudio del impacto de la migración internacional en la percepción de la diversidad religiosa", y viene a colación porque está basado en trabajo de campo realizado en Chinantla, Puebla y Alto Lucero, Veracruz.

Odgers Ortiz destaca la apertura y tolerancia religiosa hacia otros grupos raciales, al darse cuenta que tras pasar la frontera ya no tiene una nacionalidad específica, sino que se han convertido en "hispanos" o "latinos".

"No obstante -observa la investigadora-, esta aparente apertura hacia las religiones de los 'otros' contrastaba con la acentuada intolerancia hacia aquellos mexicanos que habían decidido cambiar de religión. En estos casos, implícitamente lo que se les reprochaba con más encono era el haber traicionado la lealtad al grupo étnico y el haber roto los lazos a partir de los cuales se construye la solidaridad grupal".

Si la violencia en Coxcatlán tuvo su origen en la intolerancia, lo que se debe evidenciar es que ésta fue advertida desde el momento en que se tenía conocimiento de los desplazamientos, pero sobre todo, deberá tomarse como referencia para evitar que se repita en otra de las comunidades poblanas y esta tarea es de los propios grupos religiosos y de las dependencias encargadas de mantener la gobernabilidad en el estado.

Twitter @mecinas