Violencia electoral

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Las campañas políticas en Puebla se están empantanando en descalificaciones y denuestos, al grado de señalar de manera velada que tanto los candidatos como sus familias o personajes cercanos a ellos están envueltos en temas de corrupción, enriquecimiento ilícito y hasta de consumo de drogas.

Otra vez como lo hemos advertido en elecciones previas, la política está llevando a la sociedad en una riesgosa polarización, que en nada contribuye al fortalecimiento de la incipiente democracia mexicana, sino por el contrario, debilitan a partidos políticos y líderes que deberían representar amplios sectores sociales en vez de meros intereses de grupo.

El proceso electoral 2016 se encuentra machado ya con el asesinato de Miguel Flores Abasolo, promotor del voto de la candidata del PRD, Roxana Luna, quien fue hallado ya sin signos vitales la mañana del miércoles 4 de mayo en un camino vecinal que comunica a Chilcoutla con Tepetzintlán, en el municipio de Cuetzalan del Progreso.

Aunque a “bote pronto” la Fiscalía General del Estado de Puebla adelantó que el crimen podría obedecer a conflictos personales, el contexto electoral en el que ocurre la tragedia pone ante los reflectores el actuar de los partidos políticos y en entredicho, a los órganos encargados de la impartición de justicia.

Los visos de agresiones se presentan además con la detención de brigadistas de la candidata del PRI, Blanca Alcalá Ruiz, cuando entregaban propaganda institucional durante el desfile del 5 de mayo realizado en la ciudad de Puebla. Horas antes, elementos del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía Municipal detuvieron un camión que transportaba propaganda de la misma aspirante a Casa Puebla. Ambos hechos, a todas luces, se encuentran fuera de la legalidad en el fondo y en la forma, como quiera verse.

Las confrontaciones también se hacen presentes en redes sociales. Aunque al inicio se trataba en su mayoría de “bots” -programas informáticos programados para simular respuestas de personas-, que brindaban opiniones a favor o en contra de determinadas temáticas, ahora se observa el ascenso de seguidores reales que se confrontan entre sí para defender a su partido o a su candidato, aunque no se conozcan ni hayan tenido interacción alguna de manera previa entre ellos.

En este contexto, se advierte el endurecimiento de las ideologías que se cierran a nivel del electorado, pero que en las cúpulas termina por suavizarse ante acuerdos entre ganadores y vencidos, los cuales al final del día permiten la permanencia de la misma clase política que encuentra su justificación en las urnas.

Twitter @mecinas