El día que Puebla perdió la tranquilidad

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Imagine que vive en una población donde todos creen conocerse. La vida es tranquila y puede salir prácticamente a cualquier hora del día sin ninguna preocupación.

Los niños juegan en las calles, las parejas van a pasear al parque cada tarde y todos se saludan al encontrarse.

Usted sabe quién es quién, conoce a qué se dedica cada familia, incluso algunos son sus amigos.

De repente comienza a ver y escuchar cosas inusuales: camionetas de redilas que circulan a altas horas de la noche –no una, decenas-, sirenas de ambulancias y patrullas.

Sus vecinos empiezan a tener actividades extrañas. Nadie sabe en qué trabajan, pero hay rumores.

Una noche escucha disparos afuera de su casa. Quiere asomarse por la ventana pero alguien le pide que mejor no lo haga. Al otro día lee en los periódicos que “ejecutaron” a un hombre.

Pasan los días y usted se acostumbró a la presencia, cada vez mayor, de la policía. Una mañana se da cuenta que los oficiales ya no están solos, llegó el Ejército.

Camino al trabajo ve pasar, a toda velocidad, una camioneta blanca con logos de Pemex y hombres armados: son los de Seguridad Física.

“Rondines”, esa palabra que nunca había utilizado, empieza a ser de uso común entre los pobladores.  

Ahora escucha sobre una balacera, se entera de otro muerto, sabe de un operativo para decomisar combustible robado.

Cada día revisa las noticias para saber lo ocurrido en su ciudad.

Una mañana la vida ya no es tranquila, tiene miedo de salir a altas horas de la noche. Ese día buscó las noticias de seguridad de su ciudad, pero ya no las encontró.

La noche anterior ocurrió algo, lo supo por el ruido de las patrullas – ¿o eran ambulancias? -, pero nadie dice nada.

De repente su ciudad se convirtió en una zona de silencio.

Imagine que un día su población fue un buen lugar para vivir.

Eso ya ocurre en el estado de Puebla.

Twitter: @G_Gochez