Historias de deportados poblanos

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Guillermo tiene 60 años y hace unos meses fue deportado a México por las autoridades migratorias de Estados Unidos en el estado de Arizona, donde vivió durante casi 20 años pero nunca obtuvo documentos de residencia. Lo deportaron cuando llegó una “redada silenciosa” a su lugar de trabajo, una empresa dedicada a la construcción donde él y otros compañeros llevaban años laborando.

Sus hijos, en edad escolar, nacidos en la Unión Americana permanecen en Estados Unidos al lado de su madre, dedicada completamente a su casa. 

La historia de José no es muy diferente, sólo que él viajó hace 15 años a buscar su sueño americano y hace casi un año fue deportado desde Nueva York, su esposa y su hija permanecieron en Puebla desde el inicio y sólo recibían las remesas mensuales. Fue deportado cuando, después de 15 años de no regresar a visitar a su familia, por falta de documentos legales para traspasar la frontera, decidió hacerlo y ya no pudo regresar, ante la peligrosidad y las cantidades de dinero que representan el cruce fronterizo.

Ambos poblanos han enfrentado, desde su deportación, severos problemas para encontrar trabajo en su entidad de origen. Y aunque en las áreas donde se desempeñaron por tantos años en la Unión Americana tuvieron que especializarse ante la fuerte exigencia de los patrones norteamericanos, aquí en Puebla no encuentran un trabajo en esas mismas áreas y mucho menos con las mismas condiciones laborales ni económicas que recibían en territorio norteamericano.

El primero busca permanentemente “chambitas” en el área de la construcción y el segundo encontró un trabajo de bajo nivel acomodando mercancía en una tienda departamental. El primero buscará nuevamente la oportunidad de regresar a Estados Unidos al lado de su familia ya sea esperando el trámite de reclamo familiar por parte de sus hijos mayores de edad o a través de un pollero que le “ayude” a cruzar nuevamente el desierto para regresar a Arizona, porque en Puebla no encuentra el camino para llevar una vida en la que, por lo menos, no pase hambres.

En el caso de José, ya está decidido que no regresará nunca más a la Unión Americana, mucho menos ante las condiciones sociales y laborales que se avecinan ante el rumbo de las campañas políticas.

Desde que llegó el Presidente Barack Obama a la Casa Blanca en el año 2009, más de 2 y medio de personas han sido deportadas de Estados Unidos por diferentes circunstancias. La mayoría de ellas por no contar con los documentos para mantener una residencia permanente en ese territorio y son regresados, sobre todo, a México y Centroamérica. Los expertos dicen que esta gestión gubernamental es la que mayor número de deportaciones ha ejercido.

Así que las historias de los poblanos que han sido deportados son muchas y no se detendrán, aunque pareciera que son insuficientes, porque el gobierno de su entidad solo las contempla como una cifra más para sus informes de cada año y no como la razón suficiente para empezar a desarrollar programas de reintegración a su comunidad.

Comentarios vía twitter: @erinife

Correo electrónico: erinife23@gmail.com

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Érika Nieto

Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Maestra en Administración, por la UPAEP. Fue reportera del Periódico AL de Puebla y del Noticiero Revista 105 en La Radiante 105. Fue corresponsal para medios de comunicación en Puebla, San Luis Potosí y Chiapas desde la ciudad de Nueva York en Estados Unidos, durante los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001 a las Torres Gemelas.

También se especializó en el tema de Migrantes durante su paso por la Administración Pública promoviendo el enlace con las diferentes organizaciones de poblanos en el exterior y el Gobierno del Estado. Además es especialista en el área de Relaciones Públicas.