Ese monumento, tras una remodelación del zócalo, fue trasladado a La Rotonda, a unos dos  kilómetros al sur de la ancha urbana. Desde ahí observa el paso del tiempo en medio del enorme tianguis de la región, de grafitis y por momentos hasta del olvido de las autoridades y de la gente.

 

En un oficio de esa dependencia, firmado el delegado federal del INAH-Puebla, por Víctor Hugo Valencia, se solicitó la intervención correspondiente para restaurarla, ademas de protegerla.

 

El expediente del caso dejó de manifiesto lo siguiente: “Uno de los factores de mayor deterioro es su exposición a un contexto humano, es decir, muy cerca del tianguis de Atlixco lo cual significa un mal uso”.

 

A pesar de conservar gran parte de sus piezas originales, hecha a base de piedra labrada, explicó la dependencia, es “recomendable un proyecto integral de conservación” que abarque no sólo la reposición formal, también es primordial incluir los aspectos siguiente:

 

“Revisión del mecanismo hidráulico para la rehabilitación, concretar la limpieza y la reposición de faltantes de la losa, así como instalar una protección o reja capas de protegerla del tianguis y del acercamiento humano”.

 

El gobierno local llevó a cabo en ese parque un proyecto de rehabilitación el cual no incluyó a ese monumento, por esa razón el llamado del INAH.

 

MJ