• Huauchinango

Realizan ofrenda a la madre tierra en Huauchinango

Con aguardiente, cigarros, refresco de cola y cerveza ámbar, decenas de personas ofrendaron a la Madre Tierra.
Huauchinango, Pue.- Para pedir perdón por los agravios que le causan los humanos y agradecer a la Madre Tierra, la naturaleza protectora o Tlalli, decenas de personas se juntaron en Cuacuila para ofrendar comida, bebida y sones de costumbre en un punto intermedio de la zona siniestrada hace casi un año durante el paso de la tormenta tropical Earl.
 
Aguardiente, cigarros, refresco de cola, cerveza ámbar, jarros de atole, tamales en totomoxtle y papatla; cajetes de mole con pollo, flores, un gallo y un guajolote que sirven de vínculo con los dioses para llevar los agradecimientos y peticiones de los participantes se ofrecieron en el ritual a través de un pequeño pozo y se bailaron 12 de los 24 sones de costumbre.
 
Al mediodía de este 1 de agosto, doña María Pascuala Francisco y el joven Domingo Garrido dos tlamatquis –los guías, los que saben- de la comunidad encabezaron el ritual al que se sumaron habitantes de la junta auxiliar de Cuacuila, de la cabecera municipal para mover su energía y agradecerle a la Madre Tierra por lo que nos ha dado y nos ha quitado, por lo que es y por lo que no es y para pedirle perdón por la afrenta de los hombres a su paz.
 
Domingo y doña María Pascuala prepararon 12 atados de copal, los colocaron en papel rojo para representar al hombre y en papel blanco para representan a la mujer, pero ambos terminan abrazándose. Los Tlamatquis, invocarón a las fuerzas de los cuatro puntos cardinales, los cuatro caminos, los cuatro movimientos y las cuatro fuerzas principales: tierra, agua, viento y fuego.  
 
“Los que saben” dieron refino a la Tierra, la enfloraron, envolvieron los atados y los colocaron dentro del hueco. Lo cubrieron con  tierra, le pusieron ceras y cigarros prendidos y se puso la ofrenda de chocolate, pan, tamales, mole, cerveza y refrescos.
 
En todo momento don Armando Flores tocó los sones de costumbre para acompañar el ritual.
 
Después vino la convivencia con un bolillo, un jarro de atole de chocolate, un cajete con mole y tamales. No podían faltar los pintos de frijol y los tacos de chile con huevo o de torta de equimites. Tampoco el huapango de Staku y sus Huastecos.
Hace unos meses una mujer indígena náhuatl creyente de los rituales con los que se venera a la tierra dijo que era necesario “ofrendar a la tierra, porque la tierra tiene hambre y sed, por eso se comió a las personas –cinco en el Camino a Cuacuila- el pasado 6 de agosto al paso de la tormenta Earl.
 
Domingo Garrido explicó que este día toda la ofrenda se hizo a la Madre Tierra, por eso no hubo enfloramiento a los participantes, porque de lo que se trató es de agradecerle por  la fuerza, la vida, dar gracias por el agua y por los cerros. 

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