• Huauchinango

Explotación de pedrera aumenta riesgo de deslaves en Xaltepec

Dos camiones de volteo y un trascabo sacan material de la ladera en la que persiste el riesgo de deslaves de acuerdo con el dictamen emitido por el CENAPRED.

Huauchinango, Pue.- Pese al desastre vivido en la comunidad de Xaltepec, en Huauchinango, por el paso de la tormenta Earl en agosto de 2016,  continúa la explotación de una pedrera ubicada en el cerro Tepeualolko, al noreste del poblado.

En una especie de “operación hormiga” dos camiones de volteo y un trascabo sacan material de la ladera de dicho cerro, lo que incrementa el riesgo de deslaves de acuerdo con el dictamen emitido en octubre del año pasado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), que calificó la zona con alta vulnerabilidad por la deforestación para la agricultura y el pronunciamiento de drenajes en las laderas que generan inestabilidad. Aunque el Centro omitió evaluar el impacto de megaobras como la autopista México-Tuxpan, el gasoducto Tuxpan-Atotonilco y la existencia de minas piedra, cal y barro, entre otros. 

En tanto, vecinos de la comunidad consideraron que la pedrera es una “bomba de tiempo” y dijeron que tras el inicio de la temporada de lluvias se pueden generar deslizamientos y bloqueos al camino. Pero también la califican así, porque el pedregal está en la parte alta de la cañada y puede verse nuevamente afectada la Secundaria Técnica Siglo XXI y la localidad, por lo que solicitaron la intervención del gobierno federal y del estado para frenar la explotación de piedra.

“No queremos que pasen más desgracias. Todavía no se termina de limpiar el pueblo del lodo y las piedras que partieron el cerro Huixtepetl hace casi un año y ahora están terminando con el cerro que está enfrente. Vea qué altura tiene y cómo está a punto de seguir derrumbándose. Pero las autoridades no dicen nada. Como si todo estuviera controlado y el peligro hubiera pasado. Pero, no somos tontos, nomás hay que ver pa’ arriba y darse cuenta que los cerros se pueden seguir viniendo sobre nosotros”.

La montaña donde se encuentra el banco de piedra es atravesada por la serpenteante carretera que inicia bajo un puente de la autopista México-Tuxpan y forma parte del Área de Protección de Recursos Naturales Cuenca Hidrográfica del Río Necaxa que manifiesta impactos irreversibles para su conservación como efecto de la presión que ejercen las actividades –sin una planeación clara-, de sus más de 160 mil habitantes, a pesar de situarse frente a la presa Nexapa, área decretada como sitio RAMSAR –con protección internacional- desde 2008.

Y aunque los pobladores dijeron ignorar quién es el propietario de la pedrera y si tiene los permisos municipales, además de los de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales para la explotación en el cerro Tepeualolko, señalaron que de haber obtenido los permisos, sería un acto de irresponsabilidad y de negligencia. “Como dice el dicho, que están viendo la tempestad y no se hincan”.

Xaltepec está rodeada por cerros de más de 200 metros de altura. Cuando la tormenta Earl trajo lluvia y tragedia, uno de ellos, el cerro Huixtepetl empezó a crujir y a un costado de la iglesia vieja comenzaron a caer piedras, en seguida un río de lodo jaló con todo lo que encontró a su paso: viviendas, automóviles, árboles, animales, personas. Es el lugar en el que hubo más muertos -12- y a la fecha una persona más continúa desaparecida. “Fue como si el mar se nos viniera encima”, recordaron.

La vida no ha vuelto a la “normalidad”: acaban de arreglar la red de agua, pero el drenaje sigue azolvado y las aguas negras brotan a media calle. Los jóvenes de la preparatoria Huellitlatuani estudian en aulas móviles. Mientras quienes vivían a un lado del río siguen arrimados con familiares o con vecinos sin saber qué hacer con el papelito que les dejó la SEDATU y que comprueba que fueron censados como damnificados porque se quedaron sin casa, pero sólo les entregaron despensas.

Aquí, cuando comienza a llover, -siguieron comentando los pobladores-, no queda más que santiguarse y “dejar todo” en las manos de Dios y de la Virgen de la Natividad, la santa patrona, porque los cuantiosos recursos oficiales anunciados por el gobierno para la reconstrucción de la zona de desastre es momento que no llegan, y los efectos de una nueva desgracia serían más graves.

Cuando el CENAPRED emitió su dictamen en octubre de 2016 recomendó a las autoridades locales el inicio de una campaña informativa para concientizar a los pobladores del peligro de nuevos deslaves. También pidió identificar los síntomas de inestabilidad en las laderas de los cerros aledaños a la comunidad que se manifiestan con hundimientos, grietas y escarpes, como los que ha producido la explotación de la pedrera. A casi 10 meses de la devastación causada por Earl, nada de esto ha ocurrido, como si la comunicación entre instituciones no fuera en el mismo idioma, al contrario, se sigue depredando los bienes naturales vulnerando la seguridad de las comunidades, como si ninguna desgracia hubiera pasado. 

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