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En Coxcatlán solamente esperan justicia divina tras asesinato de 12 personas

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Este lunes se llevó a cabo el entierro de 11 de los 12 asesinados en la comunidad de San José El Mirador, entre ellos un bebé que no alcanzó a nacer.

Un ataúd blanco, pequeño, se encuentra sobre el de su madre. Belén no alcanzó a conocer a su bebé. Él no nació, murió cuando a ella la asesinaron.

Junto hay otros 9 ataúdes, todos integrantes de la familia que fue ejecutada por hombres encapuchados en los primeros minutos del viernes, en la comunidad de San José El Mirador, en Coxcatlán. 

La misa de cuerpo presente reúne a cientos de personas que no quieren hablar del crimen. Tienen miedo.

"Este es el mundo real y nada se puede hacer para cambiar lo sucedido", dice un hombre que perdió a sus cuñadas y tiene una niña que quedó herida.

Mientras, el sacerdote Anastasio Hidalgo Miramón exige justicia durante su sermón.

“Justicia, aquí en la tierra sólo esperamos la justicia divina, porque aquí en la tierra yo creo que 8 días más y lo metemos al archivo del olvido. Este país lo que no tiene es memoria histórica, entre más rápido se olvide, mejor. ¿Tienen que ser 11, tienen que ser 12, alguien que ni siquiera conoció la luz de la vida?”

 

 

El alcalde, Vicente López de la Vega, observa la escena desde una de las entradas del Palacio Municipal. Es imposible no hacerlo, el estacionamiento del edificio sirvió para realizar el funeral.

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La Fiscalía General del Estado (FGE) sigue como principal línea de investigación de 12 personas el conflicto personal. Asegura que una de las mujeres asesinadas tuvo un hijo, producto de una violación, y que su agresor habría sido el mismo que la mató a ella y a su familia. .

Por eso los hombres encapuchados que los atacaron en medio de la noche, por eso la saña con que su pareja fue muerta. Se trataría de una venganza porque Silvia se atrevió a rehacer su vida

En el funeral nadie quiere hablar sobre los homicidas. Un reportero intenta escuchar la conversación de unas personas, pero ellas se dan cuenta y dejan de hablar en español para hacerlo en náhuatl.

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Son las 08:15 horas y la misa de cuerpo presente terminó.

Los 11 ataúdes son cargados por los vecinos hasta el Panteón Municipal. Solamente falta uno, a quien sus familiares quisieron enterrar en su tierra natal: Zoquitlán.  

Un mariachi rompe el silencio creado por la multitud. Los pobladores cargan los cuerpos y les hacen valla. No todos los asistentes son gente cercana, pero son de Coxcatlán.

A esa hora todavía se espera la llegada del inspector de San José El Mirador, quien es familiar de los muertos. Alguien recuerda que no llegará porque es testigo y está protegido. Él perdió a su madre, hermanos y tiene una hija herida.

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A las 09:00 horas los cuerpos entraron al Panteón Municipal. Las 11 fosas ya están listas para recibirlos.

Entonces los cantos católicos cedieron su lugar a un ritual náhuatl para pedir a los 4 puntos cardinales por el eterno descanso de las almas. Al final, un rito evangélico y su petición a Jehová por el descanso eterno de los fallecidos, sella la despedida.

Mujeres y hombres se acercan a los féretros y se derrumban. En todos los casos siempre hay alguien para abrazarlos, para ponerlos de pie.

Entonces se escucha una voz: “como Coxcatlán estamos para acompañarlos en su dolor”.

El bebé de Belén es separado de su madre, pero solamente por algunos momentos. Su fosa, la más pequeña, quedó junto a la de ella.

 

 

Al terminar el entierro, la gente se va en silencio, con temor. Se escucha decir que por ser pobres la ley no existe para ellos.

Mientras, en las 11 sepulturas, unas cruces de carrizo recuerdan que en Coxcatlán la pobreza llega hasta la tumba.

*Con información de Enrique Hernández

Fotos Agencia Enfoque 

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