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Crónica: La fe rescata del dolor a los engrillados de Atlixco

Un total de 120 hombres participaron en esta tradición de Viernes Santo.

Atlixco, Pue.- En punto de las 6 de la mañana comenzaron a llegar los 120 hombres que este año participaron en la Procesión de los Engrillados, en Atlixco.

Con la salida del sol se les podía ver junto a sus acompañantes cargar las pesadas cadenas que horas después colocarían en su hombros y pies como penitencia. También llevaban en una bolsa los “perros”, como coloquialmente se le conoce a las espinas que serán incrustadas en su cuerpo.

El punto de reunión fue el patio del ex convento de San Francisco. Ahí se desvistieron y quedaron solamente con una especie de taparrabo de color negro. Además se cubrieron la cabeza con una capucha del mismo color.

Es entonces que sobre sus cuerpos son puestos los 70 kilos de cadenas para luego recibir las espinas que les son lanzadas.

Muchos de ellos se olvidan de lo que sienten y comienzan a pensar en Dios, o al menos es lo que algunos de ellos relatan.

En punto de las 9:30 de la mañana salen a las calles, descalzos y sobre el piso caliente. Uno de sus acompañantes lleva una charola con limones que serán su única hidratación a lo largo de 5 kilómetros de camino.

Las miradas de cientos de personas se dirigen a ellos, los gestos que algunos turistas son de asombro, otros de dolor e incertidumbre.

El sol pega más fuerte y el sudor de los engrillados comienza a hacer efecto en las heridas hechas por las espinas. Su corona se comienza a incrustar en la frente, el dolor es cada vez más fuerte, y su único consuelo es el milagro concedido.

Algunos hombres se encorvan, el peso de las cadenas les marca la espalda y el pecho, los tobillos les sangran.

Antes de mediodía regresan al ex convento de San Francisco. Sus cuerpos tienen signos de dolor. Llegó la hora del descanso.

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