• Opinión

El VIH-Sida en la migración

  • Erika Nieto
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Hace por lo menos 11 años mientras cubría  como reportera el día internacional del VIH-Sida, tuve la oportunidad de entrevistar a una madre de familia de aproximadamente 50 años quien reconocía que su esposo (después de 20 años de matrimonio) la había contagiado del mortal virus luego de haber adquirido la enfermedad en alguno de sus continuos viajes como migrante a Estados Unidos.

La señora promovía en ese momento, como parte del evento que se realizaba en el zócalo de Puebla, la exigencia del uso del preservativo cuando el esposo emprende viajes tan largos a la unión americana ya que aseguraba que representaban un riesgo para la salud de los migrantes y de sus familias.

En ese entonces, la madre de familia padecía la enfermedad en un grado avanzado, su esposo había desaparecido en cuanto se enteró del contagio pues ni él estaba enterado de que había adquirido el virus en alguna relación sexual sostenida durante su estancia en Estados Unidos pues tenía por lo menos 10 años viviendo 8 meses en ese país y 4 en Puebla con su familia.

Las cifras que en ese año se anunciaban ya presentaban un marcado aumento en el número de casos de mujeres que adquirían el virus al sostener relaciones con sus esposos luego de que estos regresaban a casa después de un largo periodo trabajando ilegalmente en el vecino país del norte. La proporción de hombres con mayor riesgo de infectarse de VIH estaba entre los 25 y los 44 años.

USA, más “open mind”

Un documento emitido por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en 2004  contiene una ponencia impartida por Víctor Manuel Guzmán Guerrero, entonces integrante del CONASIDA donde se reconoce el impacto de la migración en el elevado número de casos de esta enfermedad entre la población femenina:

“Estudios cualitativos en migración de mexicanos hacía Estados unidos muestran que el impacto de la migración se refleja evidentemente en la modificación de los hábitos sexuales y en la adopción de prácticas de riesgo que facilitan la diseminación del VIH en función de que el 60% de los migrantes son solteros y el resto viaja en gran parte sin sus esposas o compañeras;

…al llegar se enfrentan a una sociedad con costumbres sexuales más abiertas que las de su lugar de origen; conforman un grupo en la edad de mayor actividad sexual, y tienen pocas posibilidades para beneficiarse de las campañas educativas y preventivas habituales contra el VIH-Sida por sus condiciones de vida, su bajo nivel educativo y su desconocimiento del inglés”.

La mayoría de los casos de infección no son detectados sino hasta después de que ya extendió el contagio a la pareja respectiva además, al ser trabajadores indocumentados no pueden solicitar atención en el sistema de salud estadunidense, mientras tanto las familias sufren una fuerte ruptura como consecuencia de esta crisis sanitaria.

En el caso de la población migrante más joven, la posibilidad de contagio se extiende al consumo de drogas, a los negocios de tatuajes y/o pearcings, característicos en zonas como East LA en California; Queens o el Bronx en Nueva York o La Villita y Cermark Village en Chicago, sólo por dar algunos ejemplos. 

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